Análisis

Paco Carrillo

La pantomima

Lo que no se sabe es para qué el mozo electorero va a usar el poder, si lo consigue

De todos es sabido que la baronesa de Andalucía viene manteniendo algo más que desdenes con el que hoy ostenta los entorchados socialistas. Doña Susana tonta no es y a la vista de la deriva inconsistente de don Pedro ha reiterado su apoyo a la dirección federal de su partido con un rotundo "Lo que hagan me parecerá bien", a pesar de que él esté dispuesto a desmontarlo. Resignarse por exigencia del guión puede que no deje de ser un ejemplo de impotencia ante una realidad evidente: no tener donde caerse muerta después de los dolores del parto. ¡Es la política, estúpidos!

Cuando el acrónimo PSOE se traducía como Partido Socialista Obrero Español -dicho sea con todas las reservas-, imponía un empaque, un talante y unas estrategias, opcionales en el tiempo, para afinar comportamientos y para crear acomodos individuales so pretexto de las autonomías, ese error constitucional del café para todos.

La penúltima jugada del mandamás -venganza en plato frío-, ha conseguido recortar/acortar el poder de los 'barones' que le dieran la espalda en aquel célebre 1º de octubre de 2017. Ahora, con el apoyo de las bases indocumentadas, ha vaciado de contenido lo que significaron aquellas siglas, y PSOE no pasa de ser: Partido Sanchista Oportunista Errático, cuyo objetivo es tratar de hacer lo que Xi Jinpuing en China: perpetuarse en el poder. Lo que no se sabe -ni se sabrá- es para qué el mozo electorero va a usar el poder, si es que lo consigue.

De momento está en entredicho lo que pretende: la nueva versión del "Abrazo de Vergara", esta vez con Felipe, Zapatero, Rubalcaba y Almunia conminándoles a achucharse en amor y compaña ante la clac de los auditorios. Claro que no cuenta con la aceptación previa de los protagonistas y sin cicatrizar los resentimientos internos que mantienen unos contra otros. El principal de ellos el rechazo natural que existe entre los que mandaron y sus sucesores. Por la misma razón, tampoco perdonan ser sustituidos por mindundis oportunistas que, además, presumen gratuitamente de ser más listos que sus antecesores, que lo fueron todo.

El pretendido "Abrazo Sanchista", al cargarse su Comité Federal, pretende crear una especie de pórtico de la gloria que lo bendiga desde las alturas y ahí es donde entran en escena los jinetes del Apocalipsis: Felipe González, Joaquín Almunia y Alfredo Pérez Rubalcaba, que se inclinaron con claridad por Susana Díaz. Lo de Zapatero tiene matices añadidos. Se dice que sólo él, Zapatero, cuenta con la estima del actual Secretario General porque lo llamó para ponerse a su disposición y decirle que contara con él para lo que fuera necesario, incluso para seguir haciendo su ridículo habitual. ¡Con lo a gusto que está haciéndolo en Venezuela!

Ante esta pantomima cualquiera tiene derecho a pensar si el Partido Socialista se merece la diarrea mental que atraviesa, donde unos cuantos fieles asamblearios, falsamente ideologizados, están deseosos de que corra el escalafón y dispuestos a condenarse cambiando el contenido de sus siglas mientras los demás se meriendan España.

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