Al Cádiz le faltan 15 puntos para conseguir el objetivo de la salvación, cuando todavía no ha terminado la primera vuelta. Lleva una racha de siete victorias consecutivas, en las que ha obtenido 21 puntos. Con esos números, sólo puede haber un objetivo en lo que resta de temporada: el ascenso a Primera. Con el aliciente añadido de que esta vez no hay ningún equipo como el Levante, que se disparó hacia el liderato; ni siquiera como el Girona, que sólo flojeó al final. Ascender a Primera es posible, pero no conseguirlo tampoco sería un fracaso, porque este Cádiz es un equipo honesto.

Ante el Barcelona B afrontaban una prueba. Llegaba un rival que debería encarnar los valores de la Masía, de la que salió incluso Messi. Tiene jugadores fichados para el primer equipo, como José Arnáiz; o el Choco Lozano, delantero titular del Tenerife la pasada temporada; o como Aleñá, el único canterano con opciones de llegar al primer equipo. Técnicamente, son mejores que los jugadores del Cádiz. Aunque tácticamente son peores, un desastre. Su entrenador, Gerard López, debe ser muy buen amigo de los directivos del Barça, que tienen sobrados argumentos para buscar a otro.

El Cádiz desequilibró el partido en unos minutos de categoría, en los que se desinhibieron del exceso de precauciones. Marcó Salvi, que está en gran momento. Marcó dos goles Carrillo, que jugó menos de 10 minutos, antes de lesionarse. Coincidió la notable mejoría con el relevo de Rubén Cruz. Sin ánimo de señalarlo, no se entiende que reciba tantas oportunidades. Mientras Aitor (aunque de características distintas) sólo ha recibido unos minutitos de premio tras su antológica primera parte ante el Betis, que fue determinante para seguir en la Copa.

Pero no se puede criticar a Álvaro Cervera, después de haber ganado los últimos partidos. Aparte de las lesiones, la reactivación del Cádiz coincide con los galones entregados a Álex Fernández, un futbolista que iba para figura y se malogró. Si Cervera lo recupera plenamente, ahí tiene el Cádiz un fichaje de campanillas. Álex está viviendo su segunda oportunidad.

Si algo hace bien este entrenador es aprovechar su plantilla. En el equipo que jugó el viernes hay cinco futbolistas (Alberto, Servando, Garrido, Salvi y Alvarito) que estaban en Segunda B, con Claudio Barragán, que mandó a Garrido cedido al Ferrol porque salió una noche de juerga. Claudio fue cesado cuando tenía al Cádiz al borde de no clasificarse para la fase de ascenso. En el Cádiz actual juega medio equipo de Segunda B, no lo olvidemos. Para mí, es el mérito principal de Álvaro Cervera.

En el partido del viernes sólo hubo dos detalles negativos. El primero es que no se pueden fallar tantos penaltis, ahora que ha cambiado el trato arbitral y los pitan. Es más lamentable cuando ganas por 1-0 y puedes solucionar el partido. El segundo detalle, más comprensible, es que bajaron la guardia con el 3-0 y encajaron un gol, pero alguna vez tenía que ser.

Con tres retoques de invierno en la plantilla, este Cádiz podría pelear el ascenso con ciertas garantías. También con la humildad de saber que hace dos años estaban en Segunda B y no eran líderes.