Análisis

Ignacio Pantojo Vázquez

El mundo de la música

A L escribir el título de este artículo nos hemos preguntado ¿qué es más acertado: El mundo de la música o la música del mundo?

Después de meditar unos segundos, seguimos sin saberlo, pero la duda nos sugiere otras interrogantes:

¿Cómo sería un mundo sin sonidos? ¿Qué sería de nosotros en un hábitat en el que sólo se oyera el silencio?

Nos sentiríamos totalmente desorientados, pues es en el córtex cerebral donde se procesan las señales auditivas y se genera la conciencia del entorno y de uno mismo.

Música, etimológicamente procede de musa:

"Cada una de las deidades que, según la fábula, habitaban en el Parnaso o el Helicón, y protegían las ciencias y las artes liberales, especialmente la poesía".

"Canto considerado en sí mismo y la facultad creadora que lo produce".

La R.A.E. la define como:

"Arte de combinar de forma rítmica los sonidos con el fin de expresar emociones o sentimientos. //Sucesión de sonidos modulados para recrear el oído. // Melodía y armonía y las dos combinadas".

Para los antiguos pitagóricos: "Música significa el concierto y armonía del Universo según número". (El número, alude al aspecto visual, geométrico y astronómico de los cuerpos del Cosmos, que es comparado con un inmenso teatro. La armonía alude al sonido de los instrumentos afinados que hacen del Cosmos una orquesta sinfónica).

Así la define Claude Debussy:

"La música es la expresión del movimiento de las aguas, el juego de las curvas de las olas que describen las cambiantes brisas".

Ludwig van Beethoven dijo:

"La música es el intermediario entre la vida espiritual y la sensual".

"La música es una revelación más elevada que toda la sabiduría y la filosofía".

Todas las definiciones son aceptables pues, tanto la primera como las otras dos, son esenciales para el desarrollo de la personalidad del individuo.

Desde los tiempos más remotos nos han llegado mitos y leyendas que dan testimonio del poder que la música ejerce sobre los hombres y de su eficacia para exorcizar a los malos espíritus, por eso estaba en manos de magos y hechiceros. Del poder sobrenatural de los instrumentos musicales se habla en el Antiguo Testamento, cómo el clamor de las trompetas derrumbó las murallas de Jericó. Aún, en la actualidad, algunos pueblos indígenas tienen la firme creencia de los poderes sobrenaturales de la música y hacen uso de ella para atraer a la lluvia o para combatir plagas y enfermedades.

En la época sumeria (milenios IV-III a.C.), los templos se convirtieron en centros de estudio, en los que los versados en liturgia, los matemáticos y los astrólogos trabajaban juntos. Ya en el periodo caldeo, tres mil años después, el interés por la astrología pasó a ocupar el primer lugar, y la teoría de la música empezó a relacionarse, muy estrechamente, con ella y con las matemáticas. Los que estudiaban los movimientos de las estrellas creían en su influjo sobre el destino de los hombres y en la perfecta armonía existente en el universo. Puesto que el universo y el hombre se encontraban estrechamente vinculados, la música hecha por los hombres debería reflejar esa perfecta armonía.

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