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Que el ascenso directo a Primera División está a tiro de piedra es incuestionable. El Cádiz va a más: marca goles y encaja muy pocos. Esto es síntoma de que las cosas se están haciendo bien como lo demuestran los últimos resultados. Pero no hay que fiarse porque queda aún bastante Liga y dormirse en los laureles sería catastrófico para las justas aspiraciones de un Cádiz que sueña acabar la temporada ocupando uno de los puestos directos al ascenso. La empresa, ya digo, es peliaguda, pero el calendario, que es así se caprichoso, marca que el Cádiz de Álvaro Cervera tenga que enfrentarse a los dos que lideran la clasificación. La primera prueba de fuego le enfrentará al Huesca, un enemigo nada fiable, aunque haya tropezado en sus dos últimos encuentros.

En consecuencia, si el cuadro amarillo quiere seguir aspirando al ascenso directo ello pasa por doblegar al equipo oscense, que llegará a Carranza a por todas después de la derrota sufrida en su feudo la pasada jornada frente al Sporting de Gijón. Y el próximo desplazamiento también será peliagudo: Vallecas (Rayo).

Por ello, la cita con el Huesca requiere la máxima atención por parte amarilla y la entrega absoluta de su afición, que una vez más y más ahora, está obligada a que, como siempre, debe ejercer de "jugador número doce". Esto es así porque hay motivos para creer en este Cádiz Club de Fútbol.

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