El Puerto Accidente de tráfico: vuelca un camión que transportaba placas solares

Lo digo por ayudar: los tres partidos gaditanos de la oposición deberían compartir una única sede. Así podrían reducir gastos. Se ve que están en la misma onda, pues un desnortado PSOE ha devuelto la tele local a esa coalición municipal de muchachos antigüitos y políticos reveníos en busca de la gloria perdida. Y me temo que volverán banderas victoriosas y los templetes de cartón-piedra, los centenarios y demás actos de gaditanismo mojigato. Volverán las sobrediosis de capillismo con sus mariliendres, sus reliquias neomudéjares y demás expertos en anecdotillas locales. Volverán los poetas cofrades, los cofrades poetas, los archipregones y las efemérides visigóticas. Volverán los adalides del Cádiz mohoso. Volverán los oscuros golondrinos.

Se ve venir un revival de aquella tele local del teofilismo, cuando la gente hacía como que no pasaba nada. Pero pasaba, claro que pasaba: despilfarro, propaganda política pagada como información, gastos abusivos en tecnología (que luego no apareció en los inventarios), inquietantes contrataciones de personal y aún más inquietantes concesiones de servicios. Era el espejito mágico -y carísimo- de Teófila, donde Pepe Blas, ese humanista, hacía la colecta entre las concejalías para financiar el triunfalismo trompetero del equipo de gobierno popular.

Cómo olvidar Concejalia, aquel bonito desfile matinal de concejales y ya por la tarde, Teófila. Y sin entender por qué se daba en directo el sorteo del Falla, pero no los plenos municipales. ¿Pluralismo político? Anda ya. El anuncio del segundo puente, apogeo del teofilismo, se emitió 1.500 veces durante la campaña electoral.

Pero ocurrió eso tan gaditano de llamar "extrema izquierda" a todo lo que no sea dejarse gobernar por la derecha. Y ahora se entrega en bandeja la tele local a esa derecha. Porque se acercan las elecciones. Porque está en puertas una auditoría sobre aquellos años. Y porque hay que engrasar la credulidad, la sumisión, la resignación y la mediocridad obediente con que los gaditanos se tragan las trolas.

En fin, que manden ellos, que tienen más que perder.

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