Análisis

José Pettenghi Lachambre

El milagro de los 10 euros

-buenas, vengo a por una fe de bautismo. -Aquí tiene. Son diez euros.

-¿Diez euros? ¿Me puede dar un recibo?

-Son diez euros.

- Pero es que no hay información pública de las tasas, y en cuanto a la ley de protección de datos…

-Diez euros.

Esto ocurrió a un amigo hace unos días en cierta parroquia gaditana. Entiendo que está la cosa cortita, pero la Iglesia sigue viviendo en un mundo inconcreto y fantasmal, ajena a los tiempos y sus leyes. Sus más iluminados publicistas defienden justamente eso, la atemporalidad nebulosa de no pertenecer a este mundo. Salvo para incrementar su oscura e inmensa riqueza no productiva. Y no es ya por los 10 euros sino, un poné, por la exención de pagar el IBI, un milagro como la multiplicación de los panes y peces ¿Cómo lo hacen? Bueno, es un milagro pero también ayuda un ligero "ajuste" de las leyes.

Verás, la exención fiscal a la Iglesia está reconocida en el Concordato de 1953, actualizada en los Acuerdos de 1979, otro pequeño "ajuste" con la Ley de Mecenazgo 49/2002 del presidente Aznar… et voilà: sólo en Madrid en 2015, la Iglesia "dejó de pagar" seis millones de euros por sus 1.708 propiedades, de las que apenas un tercio son lugares de culto. ¡Milagro! Habría que conocer también el milagro de Cádiz…

Y no es por los 10 euros, pero desde 2003 la Iglesia ha inscrito -gratis total- a su nombre 4.500 propiedades. Un milagro como el del ciego de Jericó que habló, o anduvo, no sé bien. Sólo hizo falta una pequeña ayudita de Aznar y su Ley de Inmatriculaciones de 1998.

Si además el Estado ejerce de recaudador de impuestos para la Iglesia y encima le da 250 millones al año, el milagro ya es milagroso.

A estas alturas, ya no cuela la manida justificación de los fines sociales. Estos en un Estado moderno no pueden depender de la caridad, sino que deben tener partidas específicas en los Presupuestos Generales.

Dicen los obispos que ellos cumplen la ley. ¡Claro! Y que no tienen más privilegios que otras religiones que tengan firmados acuerdos con el Estado. ¡Tuviera que ver!

Un milagro tal, que entran ganas de creer en Dios y todo.

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