El Kichi y sus concejales van al Falla, a la Final, disfrazados. Y a la hora de escoger disfraz se les ve que no tienen doblez. Son transparentes.

Miren por ejemplo a la edila de Fiestas, vestida de la diosa Gades que cinceló Vasallo y que preside la punta de San Felipe oteando el horizonte. Incluso hacía tipo con la mano de visera.

Ya dijo el Kichi que el Ayuntamiento iba a tener las paredes de cristal, que se iba a ver todo. Y la edila lo sigue al pie de la letra mostrando con su disfraz las dos grandes cualidades que requiere una política para servir a la ciudadanía. Perdón, a la gente y a la genta.

Esas cualidades son una marcada personalidad y la transparencia, dos virtudes o dos potencias básicas para el desempeño público. Como dijo Gil Robles, que era de los míos: estos son mis poderes. Ahora una cosas es la transparencia y otra que se vea -como diría en términos carnavalescos un guachisnai a un guiri- hasta el polígono de las Aletas.

El Adri iba de bombero en homenaje a la de veces que el alcalde ha apagado los fuegos que él ha provocado. Y hablando de fuego lo mejor es lo del alcalde, que se ha superado a sí mismo. Ha evocado los tiempos de Roma con su toga púrpura, el manteo, la corona de laurel y la lira.

Iba de emperador y el emperador que tañia la lira era Nerón, que cantaba con ese instrumento mientras veía arder Roma en el pavoroso incendio que el mismo había provocado. Y así es porque el Kichi se dedica a cantar carnaval .

Y a Cádiz lo deja quemado.

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