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Análisis

Juan CArlos Rodríguez

El cuartel de Carabineros en La Barrosa

Al menos ya en 1903 existía en la Loma del Puerco una "caseta" del Cuerpo de Carabineros de Costas y Fronteras, como se lee en el expediente existente en el Archivo General del Ministerio del Interior, con sede en Madrid. Esta documentación, conservada en la sección Guardia Civil -instituto que asumió en 1940, una vez finalizada la Guerra Civil, al cuerpo de Carabineros y sus tareas de vigilancia aduanera-, refiere la existencia de "anteriores antecedentes" en el expediente de casetas de la Comandancia de Cádiz. Es posible, por tanto, remontar la existencia de un puesto de vigilancia en La Barrosa vinculado al Cuerpo de Carabineros -y justo en el mismo lugar que sigue ocupando- al último tercio del siglo XIX.

Hace justamente 115 años, el 18 de marzo de 1903, el jefe de la Comandancia de Cádiz, "participa" que "es de suma necesidad el llevar a efecto las obras de reparación de la caseta denominada Barrosa". La obra se aprueba, con carácter urgente y se ejecuta de inmediato con un gasto de 188,46 pesetas. Dos años después, se aprueba "la construcción de un barracón" para que pueda alojarse el oficial de sección de La Barrosa. La Comandancia autoriza que "sea como el recientemente construido para la tropa" -también de madera, y del que no existe ninguna otra documentación- y el presupuesto de 1.850 pesetas. La correspondencia revela que, hasta entonces, el oficial de la sección de La Barrosa "ha vivido con su familia en una choza hecha con piedras, leñas y ramaje" al no existir "otro alojamiento cercano".

En 1907, el Ministerio de la Guerra remite a la Comandancia de Cádiz un proyecto de casa-cuartel con un importe total de 54.218 pesetas, que se aumenta en 578 pesetas tras autorizar por Real Orden el propio ministro, Francisco de Paula Loño y Pérez, el empleo de "ladrillos huecos en las bovedillas". La obra se inicia ya en mayo de ese mismo año, nombrando el jefe de la Comandancia al capitán Paulino Suárez como interventor y encargado de la que, no obstante, se denomina una y otra vez como "caseta", denominación que recibía el puesto de vigilancia.

La documentación no incluye planos ni ningún otro trazado, ni siquiera los proyectos de obra a los que se alude, solo aporta correspondencia propia de la Comandancia y sus diversos corresponsales: el Ministerio de la Guerra, la Dirección General de Carabineros o el Tesoro Público, siempre relativa a oficios, presupuestos, autorizaciones de gasto o solicitud de justificantes. Sí es posible conocer que el 20 de abril de 1908 el constructor -del que no revela su nombre- entrega la obra provisionalmente a la Comandancia de Cádiz, a falta "solo de las últimas manos de blanqueo y pintura que se darán a mediados o fines de verano". El importe íntegro es de 43.692 pesetas y 69 céntimos, abonados por la Tesorería de Hacienda de la provincia de Cádiz. La inscripción en el Registro de la Propiedad cuesta 26,70 pesetas. Los dos barracones de madera -el de la tropa y el del oficial de sección- que hasta entonces hacían las veces de "caseta" son trasladados a los puestos de Avanzadilla y Ardila, ambos en San Fernando.

El expediente da cuenta de diversas reparaciones en 1910, 1911 y 1912. No se especifica en qué consisten aunque por su escaso importe no deben ser más que obras de mantenimiento. Igualmente se califica como "obra de reposición" la ejecutada en 1916, 1918, 1919, 1920, 1922 y, finalmente, 1929. En este año se alude a "desperfectos sufridos", sin más detalles, siendo el coste de la reparación más significativo: 1.945,28 pesetas. Bastante mayor es el importe destinado a las obras que, de nuevo, se ejecutan en 1930, que ascienden a 4.902,61 pesetas. Ese año ya se sustituye la terminología de "caseta" por cuartel.

La última anotación es la única que no se refiere a obra, presupuesto o gasto alguno, sino a "una autorización para adquirir medicamentos para el botiquín del cuartel de La Barrosa", fecha el 23 de julio de 1931. Con ella acaba el expediente. Sin que, de momento, hayamos podido encontrar más referencias al edificio. Sin duda, tiene que haberlas. En 1940 pasó a acoger el cuartel de la Guardia Civil, del que todavía queda el testigo del "Todo por la patria" en azulejos. Y se mantuvo en uso hasta la década de 1960.

El actual edificio, que conserva las trazas del construido entre 1907 y 1908, está elevado a nueve metros sobre el nivel del mar, posee un estilo arquitectónico muy pródigo en el primer tercio del s. XX, básicamente funcional dada su creación como casa-cuartel que llegó a acoger hasta a seis familias, y que, sin embargo, se adapta perfectamente a la cima del acantilado, camuflándose en el entorno pero permitiendo vigilar toda la costa. Esta identificación con la Loma, a escasos metros de la Torre del Puerco, dota al inmueble de una extraordinaria singularidad. Ejemplo indudable de una arquitectura funcional y respetuosa con el entorno: inclusiva, práctica y representativa de una época compleja.

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