Jueves Santo Horarios, itinerarios y recorridos del Jueves Santo y Madrugada en la Semana Santa de Cádiz 2024

Entre todos lo mataron y él sólo se murió. El español tiene refranes para todo, uno al menos para cada situación de la vida cotidiana o social. En esta ocasión, el refrán se puede aplicar a la situación por la que atraviesa el comercio del centro de la ciudad. La semana ha vuelto a traer la noticia siempre triste del cierre de varios establecimientos en las calles más céntricas. De inmediato, varios políticos han reaccionado y se han hecho ver por el casco histórico, entrevistándose con comerciantes y placeros para conocer las necesidades que tienen para mantener a flote sus negocios. Esas necesidades, sin duda, son materiales y logísticas: una adecuada limpieza pública, mayor vigilancia, calles cómodas y transitables, tasas e impuestos acordes con la situación económica o alquileres más baratos. Pero hay una premisa básica para que un negocio pueda subsistir: la existencia de clientes que demanden sus productos. Esa es la clave que hace tan difícil mantener un comercio en el centro: la falta de población en el casco histórico.

La historia viene de lejos, de cuando muchos comerciantes "de toda la vida" descubrieron las urbanizaciones y se mudaron dejando deshabitadas sus casas de El Puerto. Por imitación, el resto de la población comenzó el éxodo hacia los diseminados ilegales, donde proliferaron los chalés gracias a la permisividad municipal. Cuando llegó la crisis, gran parte del casco urbano había quedado completamente despoblado y su caserío abandonado, mientras en los extrarradios miles de viviendas quedaban dispersas en un extenso puzzle. Es indudable que si las políticas municipales hubieran estado orientadas a mantener a la población en el casco urbano, los negocios de proximidad podrían subsistir y prosperar, incluso con la competencia de las grandes superficies. Pero sin clientes no hay actividad comercial que se pueda mantener y en El Puerto hay calles céntricas que están completamente despobladas.

Hay otro refrán español que dice: Comer y rascar, todo es empezar. Creo que de eso se trata precisamente: de comenzar a recuperar los edificios que están vacíos y semiabandonados, para repoblar el centro de la ciudad. Quizá sea suficiente con restaurar uno sólo de esos monumentales edificios para que los inversores se animen en cascada a recuperar el resto.

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