Análisis

Pedro G. Tuero

La cartera y algo más

Aquella 'podemita' nos llegó a decir 'portavoza', ignorando todas las reglas gramaticales

La humanidad transita por su historia interpretando códigos y adecuando el lenguaje a su realidad social. Desde sus orígenes, las desigualdades entre el hombre y la mujer siempre han estado presentes. Las diferencias biológicas y fisiológicas también sirvieron, desde la Antigüedad, para justificar el mantenimiento de estructuras de poder y de formas sociales que favorecían más a los hombres que a las mujeres, con independencia de la clase social a la que se perteneciera, y que han perdurado hasta nuestros días.

Pues todo esto, que es verdad, viene a cuento debido a esa manía equivocada e ignorante de esos partidos políticos que se dan de avanzados con aquello -tan de moda- de las reiteraciones innecesarias al emplear el género masculino más el femenino. Cuando niegan, o porque lo desconocen que nuestro género masculino abarca por su condición de ser el género no marcado el no implicar en absoluto la exclusión de lo femenino. Por todo esto, hay que insistir que el sexismo lingüístico no radica en la Lengua española como sistema, sino que se halla en algunos de los usos consolidados y aceptados como correctos por la comunidad de hablantes. Cosa que no tiene nada que ver con esos desdoblamientos o repeticiones innecesarias como: chiclaneros/chiclaneras… y tanto más que oímos con frecuencia cada día. Y todos nos acordamos cuando hace muy poco aquella "podemita" y diputada nos llegó a decir lo de 'portavozas', ignorando y despreciando todas las reglas gramaticales de nuestra desdeñada Lengua.

Por ello, nos preguntaríamos qué es la cartera: ¿ese objeto guardado en la mochila de turno donde escondemos nuestras cosas más importantes? ¿es la esposa del cartero? o ¿es la mujer que tiene como oficio realizar lo que hace ese hombre? Así, mi sabio lector, esto que digo fue una mínima parte de la charla que tuve el honor de ofrecer el pasado jueves en este Ateneo chiclanero que tanto aprecio.

Además, también llegué a decir en la misma, que la comunidad de hispanohablantes es muy amplia, más de 500 millones de personas, englobando diversos países y continentes, por lo que la RAE, con las restantes Academias, no puede aceptar las pretensiones de un determinado partido político. Y no acabamos de darnos cuenta de que los españoles, desde hace ya algún tiempo, estamos en minoría. Ya no somos, como decía Clarín en el siglo XIX, y pretenden hoy algunos partidos políticos, "los dueños del idioma".

Por fin, recordar que la Lengua evoluciona a la vez que la propia sociedad. Y dándonos cuenta de la rapidez de ese progreso, llegará un momento en que esto que hoy escribo, de aquí a poco, no tendrá ya ningún sentido.

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