Polémica Cinco euros al turismo por entrar en Venecia: una tasa muy alejada de la situación actual en Cádiz

Hace unos días, en una multitudinaria reunión de amigos, alguien preguntó quién tenía sus cuatro abuelos nacidos en Cádiz. Pues bien, ni uno solo de los presentes cumplía el requisito. Ni uno. Lo que hizo preguntarme qué es Cádiz, de qué está hecho o por qué somos así. Cosas inútiles que no llevan a ningún lado…

Vaya por delante que no creo en el tópico costumbrista de que la gente de un lugar es así o asao. Rechazo lo identitario (¡Qué peligro tiene lo identitario!) pero sí, tenemos cierto aire de familia, como una manera de ser que se adquiere.

Y pienso que Cádiz no es más que la 'ciudad cebolla', un lugar donde desde los fenicios, según dicen, han recalado civilizaciones y modos de vida, donde se han ido asentando comerciantes, huidos, aventureros, tiesos, filibusteros, tipos de pasado inquietante y gente decente en busca de futuro. Y el resultado es una ciudad despreocupada que camina siempre en el alambre entre la esperanza y la decepción, capaz de hacer feliz -sin embargo- a quien se acerca a ella. Aquí se siente la satisfacción de la vida sencilla.

Pero bajo ese caparazón de ciudad indiferente y feliz sale un tufillo cateto, quisquilloso y dado a la murmuración. Es el olor del Cádiz mohoso, el del conservadurismo moralista, esclerótico y alérgico a los cambios, guardián de lo que cree que son las esencias de "lo gaditano".

Es ésta una ciudad modesta y resignada que protesta poco, y que deja ir a sus hijos más brillantes a que investiguen lejos de aquí, mientras saca un cristo en procesión para que llueva.

Es ésta una ciudad que ha perdido la cabeza alguna vez a lo largo de su historia. Sólo hay que fijarse en los últimos años, que parecía una ciudad hortera y novorriquista, de pérgolas miradores, de un gaditanismo excluyente, al gusto de la élite rancia que se cree gente bien sólo por que hay gente mal.

Pero todo pasa y aquí estamos, en pie, en nuestra ciudad, donde unos vienen y otros van, una ciudad casi derrotada por su futuro y que, pese a todo, sigue adelante. Y dicen que es la cuna de la libertad. Yo no diría tanto, como mucho "entre catre y cama".

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