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Análisis

Rafael duarte

Vidas que no parecen vidas

Sólo la arena contiene a la arena. Sólo el político contiene al político

El presidente de la tertulia, José Acosta, salía de madrugada, sin linterna, por el muro del caño desaparecido de la playa, porque lo conocía mejor que el pasillo de su casa -la Leocadia y la Carabela- regidas por miembros de su familia, y la Carabela tenía al frente una "capataza"…Toma modernidad…(Hoy no hay). Me habla de capachas llenas de lenguados, extraídos del caño de la playa. El sepultado caño de la playa. Mi amigo, Manolo Barrena, sabio, dice que la naturaleza por sí misma repara sus daños, salvo si el daño fue inferido por mano humana. Pero el arte de liarla pertenece a la política. Sólo a la política. Efecto boomerang. Un político ataca a otro con la culpa de su culpa, que nadie aclarará si acaso existió culpa.

Pobre playa. Entre peñascos, rota, que decía Lope a sus barquillas. A mí me encanta ver cómo se lía la pita. Que si cuesta menos, que si cuesta más, que es un error, que…

Pero no he visto a nadie de los partidos ni del proyecto de partido preguntar por la vida que hay en el caño. Róbalos, lisas, mojarras, zapatillas, sapos, chocos, palometas, gobios, lenguados, pejerreyes, anguillas, han perecido. No han sido rescatados. Cuando se morían las doradas por falta de oxígeno en la Carabela el verano pasado, todos protestaban. Iba el Seprona y los inspectores de la Junta, y los, las asociaciones defensoras de animales, por lo visto de "algunos", animales, porque otros, esos peces lo son, no merecen ni un renglón.

En las zonas donde existía el cordón dunar el caño resistió. Donde fue eliminado por el hombre a cambio de cuatro empalizadas, la arena cegó el caño. Sólo la arena contiene a la arena. Sólo el político contiene al político. No he visto a nadie protestar por la pérdida de esas vidas. Ni los charcos cegados sin oxígeno. Ni el puente que cortó la pieza.

Prefiero ver a José Acosta andando en la oscuridad entre la salicornia articulada con su piel de semiesparraguera. La verdolaga marina con su envés plateado y sus florecillas fucsias. La retama nevando la mañana, el salado, la boja, la sapina.

Caño abajo, hacia el retamar de Urrutia, por el sendero habilitado "según" cubierto de arena y sin tablas, señalado por palos como el llano estacado de las viejas novelas.

No veo Pacmas, ni antinadas, ni ecologistas en acción o inacción, para defender esas vidas, como gritan y pancartean con toros y machismos, presunto antisistema. A lo mejor porque hay que andar varios kilómetros para cotejar realidades. Playa cortada. Pasarelas. Caño muerto. La garceta, el cormorán, los chorlitejos se alimentan allí. ¿Y ahora?

Prefiero andar con el presidente de la tertulia, José Acosta, oyendo a los carriceros, las alondras, las perdices, viendo correr a los gazapos de mata en mata. La expresión de la naturaleza sobre el hombre depredador de su entorno. Tengo promesa hecha de no meterme con la alcaldesa. ¿Verdad sr. Ruiz? Por ello esta tristeza me la trago sin que nadie remedie sus causas, y olvido lo de reponer el suelo de mi ascensor y reinaugurarlo.

No hay de qué.

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