En verdad en verdad, Teófila se había retirado hace mucho tiempo, en verdad hace más de dos años y medio, y eso es mucho tiempo en política, cuando ganó-perdió las elecciones municipales en 2015, cuando cedió la portavocía de su grupo municipal, cuando privó a los gaditanos de lo que hubieran sido unos excitantes debates con su sucesor en los plenos. Sólo una vez pareció tomar la iniciativa y no fue precisamente edificante su destemplada intervención, aquella ocasión en que la ex alcaldesa gritó "fascista" y "cacique" a José María González con una expresión muy cercana a la de 'rostro desencajado'.

Teófila Martínez, acostumbrada a ignorar y vapulear a la oposición durante 20 años por la legítima fuerza incontestable de sus mayorías absolutas, tal vez terminó creyendo que esa parte desagradable de la política, la que según el gurú Andreotti desgasta mucho más que el poder, no existía. Más reina electa que alcaldesa, tal vez no se veía peleando en el barro del no-poder, y se apartó en el tranquilo retiro del Congreso madrileño a la vez que se dejaba querer mucho entre los muchos suyos que aún le quedan en Cádiz, acudiendo a repartir sonrisas en diferentes actos oficiales y sociales. Mientras, en los ruidosos o aburridos plenos, ella parecía contemplarlo todo desde las alturas, allí en el primer escaño a la derecha del alcalde.

Ella dijo, en aquella lejana sesión en que González tomó posesión de su sillón de regidor, que estarían muy vigilantes de la labor de quien prontó dejó de gustar llamarse Kichi, pese a que sólo un mote tan popular podía hacer frente (como se demostró) al tan aristocrático de Teófila, "la amada de Dios" nada menos. Sin embargo, no ha sido ella la que ha aparecido al frente del comando popular vigilante en esta legislatura que entra ya en su recta final. Como si se estuviera yendo o, según se decía, fingiendo no estar. De cualquier forma, seguramente el pueblo gaditano ya la despidió entonces sin tener por qué agradecerle los servicios prestados. A fin de cuentas, "el pueblo es el que más manda" como cantaba José Afonso. Más probablemente aún, muchos e importantes miembros de su partido empezaron a despedirla a la vez en ese mismo junio de 2015.

Tal vez Teófila fantaseara con que unas elecciones repararan ese 'desagradecimiento', a lo mejor se sentía con fuerzas para rebatir la verdad de que son los partidos quienes designan a sus candidatos y que, por mucho que quisiera extender el dicho, Ella no se iría cuando quisiera Ella. Pero lo cierto es que ahora toca a todos decirle adiós como sin duda se merece por su trayectoria de alcaldesa preferida por la mayoría de los gaditanos. A su partido le corresponde agradecer con mucho más que gestos los veinte años de un poder que pareció interminable, aunque en realidad acababa en el término de Cádiz; a su sucesor le toca quizá proponer la mejor despedida con la dedicatoria de una calle, plaza o rotonda a la mujer que más tiempo ha regido los destinos del Ayuntamiento en democracia. ¿Tendrá este alcalde carnavalero el rasgo humorístico de sugerir que el Estadio de las glorias y las miserias cadistas se llame 'Teófila Martínez'?

¿El pueblo? La nostalgia durará poco y la alegría por la venganza, mucho menos.

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