Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Análisis

Paco Carrillo

Propósito de enmienda

Nada más práctico que convencernos cuanto antes de que nacemos condenados

Habrá que suponer que después de hacer el balance de los gastos disparatados que se ha visto obligado a hacer, habrá tenido la honestidad de no engañarse haciendo propósitos de enmienda para este año que empieza. El pasado no ha podido ser más positivo, por tanto la máxima aspiración optimista que cabe decir es "Virgencita, que me quede como estoy".

Avanzamos. No es verdad que la mayoría se sienta sola, fané y descangallada. No podemos quejarnos; es cierto que podríamos estar mejor si los rufianes y los pinchapedos tuvieran más poder, pero claro, los envidiosos de siempre están al acecho y no dejan que estos seres arcangélicos puedan desarrollar todas sus enjundias ni que demuestren el amor que nos tienen. Cosas de los de la puntita nada más, auténticos culpables de todo. Por tanto, nada de propósitos de enmienda; en España todo funciona de maravilla donde las enmiendas son imposibles mientras se practiquen las enmierdas.

Perseverar aunque sea en el error. ¿En el error, dice usted? Bueno, según se mire, tampoco hay que ser tiquismiquis; si se va a cabrear porque los niños no lean, no sepan escribir, les impidan aprender su idioma y le obliguen a expresarse en un dialecto, ¡por favor, también son ganas de buscarle tres pies al gato! Hay que admitir como lo más natural del mundo que en algunas comunidades españolas, el médico, el profesional de cualquier tipo tenga que aprender el dialecto que corresponda para ejercer su profesión. ¡Natural, coño! Como el adoctrinamiento, la defensa a rajatabla del corralito que, en definitiva, es a lo que llevan los santos nacionalismos. A ver si nos enteramos de una puñetera vez que los intolerantes somos todos los que nos atrevemos a decir "¡ejem, ejem!" con suavidad y midiendo las palabras. Ir más allá es correr el riesgo de ser tachado de facha.

Debe parecernos muy requetebién que no se invierta en Investigación y Desarrollo; total, para qué, ¿para que llegue una multinacional y se lleve los talentos y los beneficios? ¡Con lo a gusto que se vive siendo analfabeto! Lo único que nos faltaría es que la gente del montón aprendiera a pensar, ¡qué horror! ¿De dónde se sacaría la carne para las manifestaciones? No hay nada más práctico que la ignorancia y convencernos cuanto antes de que nacemos condenados, que la libertad es un cuento idéntico al de La Cenicienta, imposible de principio a fin incluido el dichoso zapato, que hay que ser gilipollas para creerse que el cristal era el material idóneo para confeccionarlo. ¡Qué cabreo tiene Manolo Blanik!

Resumiendo: nada de propósitos de enmiendas. Como estamos ahora, convénzase, mejor que en brazos. Solo hay que comparar este tiempo con el del pasado, con el del ganarás el pan con el sudor de tu frente¿A dónde vas, alma mía, si hasta los simpapeles, sin haber dado un golpe ni cotizado un euro tienen mayores prestaciones que los parados de larga duración y el 70% de los pensionistas?

Insisto, ni mover un músculo, impasible el ademán y sin propósitos de enmienda. Como siempre.

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