Análisis

Rafael Duarte

Primum ver

Arreglar la playa o dragar el caño puede tardar más que quitar a Valera

La primavera casi anda ya buscando las tablas. La primavera o primer verano, con sus alegorías de flores, ramas, verdores, se va de la isla abúlica sin su fiesta de la poesía. Una renovación que no una exaltación. Encarar, como siempre, el bien decir, el ritmo, el alma. No, por supuesto una primavera fosilizada en cuatro arquetipos. El trisar o chirriar de las golondrinas en vuelo con su algodón quemado, el tamo volante, el polen. El diente de león. La desidia pidiendo la terraza con su alfombra de sueño, el parpadeo de los relámpagos, el levante enseñando sus diapasones, el perpetrador de poemas, el…

Verdad es que la Insulae Leonis está fuera de toda promoción o crecimiento. Vas por ahí y ves lo que es promocionar turismo, más de trescientos autobuses en Córdoba para ver el puzle con macetas que es un patio. O vas a ver al Quiqui que te invita a un tentadero y compruebas lo que es socializar fuera de aquí. En primavera, playas arregladas, aquí no. Aquí es más difícil llenar un hotel que la plaza de toros. Y arreglar la playa o dragar el caño puede tardar más que quitar a Varela, esa obsesión de la Alcaldía, que pagarán con fondos ITI, sufijo griego que significa inflamación e irritación, y que pretende arrasar la plaza y quitar de en medio sus señas de identidad, amén del bilaureado general por sus méritos en la guerra de África que tantas vidas costó.

Pero es lo que tenemos. El otro día nos reunimos José Luis Traverso, -nuestro Traver- Rafael Reyes, Juan Luis Delgado, Rafa Toledo, Eduardo Vallejo, siempre mi Eduardo, Julián Montilla, Salvador Deudero, Pepe Martínez y Manolo Aragón en una quedada para niños de setenta años. En la cantina de San Antonio, bajo la gran cocina y el gran menudo de Petri. Allí analizamos las cositas y reforzamos la amistad. Reconocimos la labor de Chacartegui, que cruza España y asiste a las reuniones, y, de vez en cuando, cuando nos acordamos de Pepe Mateo, nos sale el Espronceda el paso: Corriendo van por la vega/a la vera de granada/ tres mil papas aliñás/ una puta y una gamba/ escapando de una boda/ de gente de clase baja/ langostinos congelaos/ y pamelas a mansalva. Y políticos que mienten/ la derecha acomplejada/ lerda, lerda va la izquierda/ y la Isla abandonada… Ah, y nuestro Alfonso Valero, a ver cuando retorna, que anduvo malito.

A lo peor por eso me mustio algunas tardes cuando las hormigas mojadas de la tristeza bajan con los recuerdos bajo tierra. Porque uno ve a los pontificantes y parleros arreglándolo tó, pero sin orden ni concierto ni planos ni ciudad. ¿Nadie piensa en la brevedad de la vida? Horacio lo advertía: Quid quisque vitet, nunquam homini satis, cautum est in horas. El hombre no puede prever nunca, por avisado que sea, el peligro que lo amenaza a cada instante. ¿Entonces? ¿Dónde la fatuidad, el ego hinchado, el orgullo, la vanidad, el narcisismo narcotizando la percepción de la realidad? Por eso preferimos reírnos fuera de las heridas y vivir sin que nos atenacen ni más gente ni más miedo que los precisos. Ah, y con Varela, pienso y siento que debo recordar al mejor Machado, Manolo, que viene a cuento ahora, cuando la melancolía es una trenza de viento interno, él que la sintió dejó su tesitura: Porque ya/una cosa es la poesía/ y otra cosa lo que está/grabado en el alma mía...

Grabado, lugar común./Alma, palabra gastada./Mía... No sabemos nada./Todo es conforme y según.

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