Ponerse las botas en los entrenamientos y en los partidos, es lo que hacen los niños y niñas que practican el fútbol con algún equipo. Lo hacen con mucha ilusión y con el sueño de llegar a ser estrellas del fútbol mundial.

Ponerse las botas es también lo que hacen los jugadores galácticos en los entrenamientos y en los partidos. En ocasiones unas botas muy parecidas a las que emplean esos chavales de fútbol base. La diferencia está en que los galácticos anuncian las botas que usan y ganan dinero con eso.

Pero quienes de verdad se ponen las botas son las empresas que las fabrican, y que al coste de fabricación hay que aumentar el dinero que se lleva el jugador que las anuncia y los gastos de publicidad.

Al final este incremento acaban pagándolo los familiares de esos niños y niñas que son quienes compran las botas, y que lo hacen porque es algo que desean, que les ilusiona, que les hace felices y que, al menos por un momento, les convierten en ese jugador a quien quieren emular.

Podría plantearse si es necesario usar estas botas a ciertas edades o si, sobre todo en las categorías más pequeñas y dentro de las equipaciones que facilitan los equipos, fuera mejor que se incluyeran unas botas, todas iguales, todas al mismo precio, todas hasta seis o siete veces más baratas que las galácticas.

A lo mejor de esta forma no se marcarían diferencias entre jugadores por las botas que unos llevan unos y otros no; o por las botas que unos padres pueden comprar y otros no.

Y también quizás se pueda enseñar a estos jugadores que, como dice el refrán, el hábito no hace al monje, y que aunque Juan se vista con las botas de un jugador de un equipo de Champions, no adquiere sus cualidades técnicas, sino que se queda siendo Juan.

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