Análisis

Fátima Ruiz de Lassaletta

Autora del libro 'La ciudad de los cien palacios'

Enrique y Rafael Osborne Macpherson

De ellos supe por la primogénita de un Recreo vecino a 'El Cerrillo' -portuense ella de pura cepa- y me van a permitir una anécdota desenfadada. Los hermanos de la columna de hoy se cambiaban -de niños- de la mesa de sus padres a la de los de su amiga. "¿Qué hay de cenar?", preguntaba el joven Rafael. "Revoltillo de papas", se le contestaba en el Recreo de Las Marías. "Pues entonces… yo me quedo y que se vaya Mariquiqui al Cerrillo". Donde se encontraba las deliciosas croquetas de perdiz de la mesa de doña Luisa, copropietaria de 'Las Banderas', donde está ahora el Real de la Feria del Vino Fino.

Enrique pasó muchas jornadas dedicado a las bodegas y festivos en Jerez con su mujer Matxa -padres de sus ocho hijas y del benjamín- en el Tiro de Pichón, a lo que eran muy aficionados y tenían que representar institucionalmente a la bodega, patrocinadora de importantes premios deportivos.

En los últimos años de su vida, desde la preciosa casa con torre policromada de vigía, de garita y sillón, de la calle de Los Moros, fue presidente de la bodega y mucho tuvo que ver con Eligio Pastor en la esplendidez del Fino Quinta, que procuró tantos cientos de puestos de trabajo para comerciales y administrativos, arrumbadores y toneleros. Y como hoy son tres los nietos del Conde de Osborne que han hecho con inusitado éxito el relevo generacional en la gran bodega, pues aquí les hablaré sólo de los Osborne Macpherson.

Rafael era todo un gran señor en París o en La Camarge, desde donde importó la magnífica pareja de toros de tamaño natural combatiendo y que le llegaron al señor de las Relaciones Públicas que es Tomás Osborne Domecq, cuando los del sector Jerez estábamos exponiendo en la primera Vivexpo de Madrid, cuando el Brandy Magno iniciaba su singladura insospechada, por magna. Esculturas que se pusieron en la por entonces nueva bodega de El Tiro y que en Madrid habían causado sensación hasta en el mismísimo Príncipe de España, en los días en los que Rafael soñaba con su Châteaux en El Cerrillo, que ha sido el hilo conductor de estos últimos recuerdos.

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