El Tiempo Un inesperado cambio: del calor a temperaturas bajas y lluvias en pocos días

Esencias de primavera/ lleva tu paso enredado/ entre varales de plata/ y encajes de Tu tocado." Sí, amigos, con las claritas de la primavera asoman… ¡los pregones!. Oh, los pregones, pregones a cristos, a vírgenes, a un cartel, pregones de todo tipo. Cientos, miles tal vez. Un misterio.

Los pregones sacros son hoy una antología del ripio, de la retórica amanerada, de la metáfora cursi y del paralelismo forzado. Pero da igual, es el género más demandado en estos días. Su éxito quizá se deba a que la conquista del público es por aplastamiento, pues está mal visto que un pregón dure menos de dos horas.

Otro misterio es que, año tras año, se repiten las mismas colleras de rimas, como impaciente/penitente, dolor/amor, pena/condena, sufrimiento/tormento, señora/aurora o santo/llanto, tan sobadas como cargantes. "Al llegar a tu capilla/ todos caen de rodillas".

Pero no son los efluvios líricos los que imprimen carácter al género pregonil, sino su estilo basado en un esteticismo vacuo, su tono declamatorio y exagerado y su sentimentalismo lacrimoso y relamido, adobado de una oratoria rancia con aroma a humedad: "Mi verso es ramo de flores/ encendido de colores/ para la Virgen más bella/ que va pregonando amores/ y honda devoción por Ella".

Todo ello en un escenario algo mortuorio, lo que gusta mucho a un público que suele ir vestido para la ocasión como los hijos de Ruiz Mateos.

También gusta mucho que el pregonero evoque su piadosa niñez, que aprovecha para rimar con "primera vez". Ya ves. Pero lo que más pone al público pregonófilo es que el pregonero cite, una a una, todas las cofradías con el mismo tono enfático que la megafonía de un estadio al ofrecer la alineación de los equipos. Dicen que es para que nadie se disguste. Fíjate.

Por fin, una liturgia excesiva y apolillada devora al propio acto en sí, lo que conduce a otro misterio, un misterio que vulnera las leyes de espacio/tiempo: entre el pregón y lo real existen más de tres siglos de distancia.

Aún así, aquí gusta mucho un pregón. Sin embargo yo soy un raro y estoy ajeno a tanta devoción. Yo paso de misterio.

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