Asu regreso de El Salvador, donde se entrevistó con "Mágico" González, el presidente del Cádiz C.F., Manuel Vizcaíno, ha anunciado a los cuatro vientos (¡tachín, tachin!) que el mítico futbolista salvadoreño vendrá a Cádiz en junio. No especifica si será el día 1, el 15 o 30. Qué más da… si lo más probable es que no venga. Ya me gustaría a mí que estuviese entre nosotros este verano y celebrar juntos su sesenta cumpleaños, pero, conociéndole como le conozco, no veo nada claro que recale por estos pagos de Dios.

Que se lo pregunten, si no, a Hugo Vaca a quien en una ocasión dejó "plantado" a pie de un avión. Porque sé cómo se las gasta Mágico, o le manda a algún hombre de confianza del club, o mucho me temo que Jorge no tome el vuelo para España. Porque Jorge no ha cambiado para nada del que conocimos aquí: Pasota, indolente, caprichoso, despistado, falto de voluntad…

"Esta vez sí iré", me dice con convicción, que yo no me creo, "y espero no estorbar" (sic). Yo no sé qué pensar, pero su apuesta por abrazar la Tacita de Plata parece que se ha convertido, para él, en un sueño impensable a día de hoy…

Bueno, ahora parece que si tiene asumido volver a Cádiz, reunirse con sus ex compañeros, con sus amigos (le queda legión), y revivir, supongo que con añoranza, su pasado cadista.

Ahora sí parece decidido venir a Cádiz, o eso al menos transmite estos días sin disimulo a quienes desde este lado del Atlántico le preguntamos por su posible venida.

La clave de que "Mágico" González venga a Cádiz la tiene el presidente Manuel Vizcaíno, que, ya digo, se ha convertido en su fiel valedor para que Mágico vuelva a respirar la brisa marinera de nuestra Bahía.

Mientras escribo estas líneas, fluyen a los bosques de mi mente recuerdos de un Mágico parando el balón de espuela como si su pie fuera un guante de seda y bajar (el balón) y a ras del césped ir directo al portal contrario para marcar ¡gol!

Jorge era rápido de piernas y de cabeza. Y fue el inventor, que ya es arte puro, de un regate: la culebra macheteada, que consistía en esto: recibía el balón, encaraba y, con un movimiento de tobillo, enseñaba el balón por un lado, hacía una finta, y se lo llevaba por el otro; y luego venía el quiebro para ganar la espalda al adversario. Eso era fútbol. Eso era arte. Eso era la jugada soñada…

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios