En mi anterior columna de opinión en este mismo medio hice notar especial repulsa al Expediente de Regulación de Empleo (ERE) que el Grupo Hotusa, actual propietario del emblemático Hotel Monasterio San Miguel ponía encima de una mesa de mármol a modo de losa mortuoria, en donde despedía a casi media plantilla del modélico hotel blandiendo una supuesta mala situación económica del potente pero no por ello menos despiadado e inhumano grupo hotelero.

Desde que plantearon este desaguisado a tantas familias hasta hace un par de días atrás, tanto los trabajadores del hotel como infinidad de conciudadanos de este Puerto al que todavía le quedan hilillos de vida, han estado manifestándose a principios y finales de cada semana reclamando lo que nunca debieran perder por la ignominia y la avaricia de los de siempre. Esos que te suelen mirar de arriba abajo perdonándote la vida y mirándote como si fueras uno de Los nadies de Galeano, poema desgarrador donde los haya que detalla historias cuyo trasfondo social haríamos bien en no olvidar.

Los guasap de vez en cuando se equivocan y en vez de transmitir memeces a cualquier hora del día o de la noche, te sorprenden con el mensaje de un buen amigo que te conmueve "Manolo: acuerdo de última hora con la empresa. Desgraciadamente salen despedidos ocho compañeros de administración más la subgobernanta. El resto seguimos en plantilla y se firma que no habrá más regulaciones de empleo en los próximos dos años" [sic].

Noticia agridulce. Lógicamente te alegras por los que mantienen su puesto de trabajo y por tu amigo. Obviamente te entristeces por los que pagan el precio más alto en esta lucha sin piedad en la que se ha convertido hoy día mantener un puesto de trabajo digno. Probablemente estos elementos de HOTUSA lo que querían lo han conseguido con creces. Han mermado la plantilla, han ninguneado a los trabajadores y se irán de rositas de El Puerto de Santa María cuando les de la real gana.

Pablo Iglesias Posse (el bueno) dijo en cierta ocasión aquello de "Nosotros estamos dispuestos a vencer -¿se entiende?- no a defendernos". Por eso la lucha obrera, la lucha sindical sirve para algo más que llevar una pegatina en la solapa.

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