Análisis

aNA SOFÍA PÉREZ- BUSTAMANTE

Islandia ya se ve

Ole por Islandia. En 2008 nos enteramos, tras la quiebra de Lehmahn Brothers, de que habían decidido no pagar su deuda exterior y librarse de sus políticos corruptos. En 2015 resultó que habían terminado de devolver el rescate que tuvieron que solicitar al FMI. El 1 de enero de 2018 ha entrado en vigor la ley de igualdad salarial, por la que las empresas con más de 25 empleados deben auditar los sueldos y complementos salariales y obtener un certificado gubernamental que acredite la igualdad para evitar sanciones económicas. Inmediatamente Alemania ha dado un paso similar (pero no igual). Uno se pregunta si por arte de birlibirloque, olé-y olé-y-olanda-y-olé, desde aquí desde España Islandia ya se ve. En Islandia son unos 335.000 habitantes. No funcionan como un estado de las autonomías. Su moneda no es el euro, por lo que su economía no ha de regirse por los intereses del eje franco-alemán. Y, sobre todo, tienen autosuficiencia energética gracias a la energía geotérmica, con lo que pueden abstraerse de las presiones del mercado internacional. Desde luego que esto no se parece en nada a nuestra situación. Tampoco tenemos un gobierno de izquierdas donde el 50% sean mujeres y la primera ministra, feminista. ¿Se parece a la situación de Cataluña? No lo creo, porque los catalanes carecen de autosuficiencia energética y porque su ímpetu independentista está minado por su propia corrupción. ¿A la del Reino Unido? Tampoco, porque es una suma de más de 65 millones de habitantes distribuidos en territorios con distintas condiciones de independencia energética. Pero El Reino Unido se sale de la Unión Europea (si es que termina de salirse) buscando esa dirección (como si no dependiese de los Estados Unidos). Cuando nos toque modificar nuestra Constitución (algo que debe de estar al caer), deberíamos aspirar a poder librarnos de los corruptos (nada de inmunidades) y de los chantajes de los fueros históricos. Federarnos (o como se quiera decir) por la base. Aumentar en los partidos la presencia y presión femenina. E invertir en las fuentes energéticas que nos puedan garantizar si no la autonomía, por lo menos un grado mucho menor de dependencia. Supongo yo. La corona a mí no me molesta.

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