Si yo fuera budista estaría disgustada y hasta ofendida con el anuncio que hace una marca de ginebra que anuncia que tal bebida se siente "tocada por la mano de Buda".

En esta sociedad del todo vale hay que recordar que todo no vale y los asuntos religiosos -a no ser que atenten contra los derechos humanos en cuyo caso, claro que admiten críticas, condenas y hasta cárceles- no deben de ser sometidos a banalidades ni frivolidades.

¿Quiénes nos creemos para tanta irreverencia? Estas cosas que pasan denotan una ignorancia alarmante en el conocimiento y por tanto, en el respeto a las culturas religiosas.

-"Mi hijo que cuando sea mayor decida si quiere o no pertenecer a alguna religión". ¡Patético!

Por esa regla de tres, que elija idioma porque a lo mejor prefiere otro al inglés, o que defienda al equipo de fútbol que desee, independiente de que coincida con el familiar, o que coma lo que quiere y no lo que le conviene.

Los padres tenemos que elegir por ellos mientras son pequeños, porque el inglés, por ahora, les será imprescindible para su educación. Después si pueden que estudien otros. ¡Mejor!

Cuando maduren podrán mejorar con el conocimiento de otros idiomas, las aficiones deportivas, o los nuevos amigos… Elegirán sus propios intereses entre los que estarán el ser practicantes o no. Pero el conocimiento de los valores religiosos aprendidos desde la infancia: el respeto, la tolerancia y hasta el amor por los semejantes, impregnará las acciones que emprendan en la vida que les toque vivir. Y eso les beneficiará siempre.

Cuidado, no digo que sean valores exclusivos de los creyentes. Claro que no. Pero los hijos educados en el conocimiento y respeto a lo sagrado nunca frivolizarán ni desubicarán los mensajes sobre otras opciones religiosas diferentes a las aprendidas.

Si a los que formamos parte de la cultura cristiana no nos gusta que se hagan chistes o burlas sobre lo que consideramos sagrado, a los budistas no les debe agradar tales faltas de respeto.

Es evidente que no soy budista, pero desde este medio, me siento con el derecho y el deber de pedirles perdón.

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