La última vez ponía en duda, dejando en el aire algunas sospechas inacabadas, el viaje de Vizcaíno a El Salvador. Casi no había acabado la visita a Mágico, cuando se conoció que la Operación Líbero devolvía la intranquilidad habitual al cadismo. Pese a que los aficionados ya conocían del oscurantismo de la bicéfala dirección del club, la detención de Pina, las acusaciones de delito y su ingreso en prisión hizo tangibles todos los miedos.

Al fin y al cabo, son temores que se canalizan por lo institucional, no se ven entre el grito a viva voz de un gol o una parada antológica, pero el aficionado con dos dedos de frente sabía que la burbuja iba a explotar. Y estalló, aunque puede que aún no hayamos visto ni la mitad.

Aquel Pina que en tiempos atrás, e incluso hasta en el mismo enero, generaba comentarios en los mentideros en torno a sus hazañas negociadoras y a su buen ojo para traer futbolísticas desconocidos y buenos, ha devuelto a la realidad de un golpetazo a todo lo que rodea al club. Y el Consejo de Administración actuó con rápidez y anunció la baja indefinida del que fuera Consejero Delegado.

Aún hay muchos asuntos por resolver. Como son los siguientes: qué pasará con el club y cuál es su implicación real, qué ocurrirá con Juan Carlos Cordero, si estaba al tanto Vizcaíno de la forma de proceder de Pina y si hay otros directivos cadistas implicados. Por el momento no se sabe mucho más. Salvo que el foco está ahora puesto en Granada, donde el insolvente Pina usó presuntamente al club nazarí como avalista para conseguir préstamos. No se sabe si esta práctica también la habrá repetido en las oficinas de Carranza. Un mazazo institucional que se venía anunciando años atrás pero que se escondía bajo el buen hacer en el campo de los futbolistas, los que importan al final.

Un último dato supersticioso (que en fútbol parece recurso legítimo): Jona (sin suerte en sus últimos clubes) llegó días antes.