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Análisis

Ricardo Martínez de Salazar

En la Festividad de Cristo Rey

El día 20 de noviembre la Iglesia celebró la festividad litúrgica de Cristo Rey. Esta fiesta se instituye como reacción al laicismo que se impuso en la Europa que configuraron los tratados de Versalles. La liturgía posterior al Concilio Vaticano II ha dado mayor realce a dicha celebración, al colocarla al final del año litúrgico. San Juan Pablo II quiso que recordasemos una vez por semana en el tercer misterio de luz: La institución del Reinado.

El Reino de Cristo no es una figura retórica, es una realidad. La frase de Jesús ante Pilato: "Mi reinado no es de este mundo", lo dice para aclarar que El no quiere extender o defender este reino con los medios de los reinados terrenales. La aclaración que El mismo da: "Si mi Reino fuera de este mundo, mis servidores me habrían defendido. De manera que el Reino de Cristo está en este mundo, aunque no sea de este mundo".

Pero ¿Cómo reina Nuestro Señor Jesucristo con un reinado que no es de este mundo? S.S. San Juan Pablo II nos ha recordado que Jesús entró en Jerusalén montado en un pollino para significar el carácter de su reinado. Cómo éste no es igual que el de los reyes de la Tierra, utilizó un humilde animal para distinguirse de los que hubieran hecho su entrada en carroza o a caballo.

Por desgracia, son muchos los que a base de pensar que el Reino no es de este mundo, quitan todo valor a la presencia del Reino en este mundo. Lo interpretan como si el Reino no fuera más que la aceptación de Jesús como Salvador, pero de modo individual por parte de cada uno de los cristianos.

Pero, si ello fuera así el Padrenuestro nos lo habría enseñado Jesús de otra manera. En él hay dos peticiones bien diferenciadas, "venga a nosotros tu Reino" y "hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo". Si la existencia del Reino se diera exclusivamente en cada persona, bastaría la segunda petición. Ya no sería necesaria la primera.

Así, pues, el Reino de Cristo debe extenderse no sólo a los individuos, sino a la sociedad entera, pues estamos persuadidos de que fuera de él, no hay salvación ni para el individuo, ni para la sociedad.

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