Análisis

Rafael Duarte

Entrar en pérdida

Pena, porque con los buenos la vida fue mejor, más noble, más nuestra, más buena

El ángulo de vuelo y el viento construyen su amalgama para caer volando. Pero, metafóricamente, si sustituyo vida por vuelo y viento por tiempo, también muchos entramos o estamos en pérdida. La tristeza es la piel del alma. La tristeza es el sudor intenso del esfuerzo de vivir, muchas veces, la tristeza es la huella del pie de la memoria. Ejemplo: Hace pocos días nos dejó Tolín, -Antonio Sánchez Mallou-, un referente importante en la Isla. Tolín era cofrade, íntimo amigo de Nono Sanz, mi compañero, de Manolo Muñoz Jordán, de José Macías Martín y otros referentes como él. La Isla no sería socialmente como es si no hubiese tenido habitantes como los que estoy exaltando ahora. Y su pérdida nos hace entrar en pérdida a los amigos, los admiradores, los que coincidimos con ellos, "gente de bien" en la "corriente de opinión de la calle Real".

Para entrar algo menos en pérdida comentaré una ganancia. He tenido la gran suerte de recuperar un foro de amigos de bachiller, es decir los que estudiamos el bachillerato completo en aquel Patronato, que no Instituto, de Enseñanza Media "Rafael Estrada Arnaiz" -otro ilustrado-, miembro de la Real Academia Española y de la Hispano Americana. Pues bien vamos efectuando quedadas, y suena aquello a cuando fuimos tan pocos y pequeños. Manolo Aragón, Juan y Emilio González, Juan Luis Ruiz, Pepe Martínez, Julio Gutiérrez Alba, capitán de navío que desconfía de las estrellas, bella frase cortazariana, Santos Mari Chacartegui, ay, aquella salinera, Rafaelito Reyes, Manolo Benítez, Paco Cisneros, Félix Coserria, Julián Montilla, Carlos Quijano, Antonio Lebrero, Eduardo Vallejo, compañero desde el colegio pre ingreso, Antonio Zapata, Salvador Deudero, y cómo no, nuestro comisario, mi leal y querido José Luis Traverso González. O, la tertulia de las siete de la mañana con José Acosta y Juan Carlos Carrillo. O la mesa de la amistad con mi admirado y querido Pepe Chamorro, Joaquín Calap, Juan García Cubillana, Manuel Ruiz Martínez…para atenuar la dermis de la pena.

Aquellos recuerdos nos llevan a la retroactivación de la adolescencia. A las asignaturas y a las bromas. A mí me sirven como un antídoto al dolor, a la pérdida, a la sensación del tiempo coronando la arena, con su universo interno sobre silencio y mar. Algo que me ayuda a ver optimismo cuando siento "vi que amancillada de anciana habitación era despojos, mi báculo más corvo y menos fuerte. Vencida de la edad sentí mi espada"… Ah Quevedo poeta y sabio…Y mientras me apeno por Tolín, por Antonio Sanz, por tantos , va y se muere Rafael Herrera Morales, Fali, uno de los buenos pescadores de antaño, pena, porque con los buenos la vida fue mejor, más noble, más nuestra, más buena.

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