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Análisis

José Joaquín León

Enhorabuena: objetivo cumplido

Se consiguió una victoria trabajada, y trabada, aunque de muchísimo mérito

Se cumplió el objetivo en la tarde del 19 de marzo. Con 50 puntos en su casillero, el Cádiz seguirá una temporada más en Segunda A, si no asciende a Primera. En Gerona, ante un rival que no había perdido ningún partido en su feudo de Montilivi, el Cádiz consiguió una victoria muy sufrida. Como en otras ocasiones, desde que está Álvaro Cervera, se salvó por la fe cuando llegaron las dudas. Antes había marcado dos goles como dos soles, con los que demostró que este equipo puede aspirar a todo si mantienen el nivel de compromiso y la ilusión.

Esta vez hubo sorpresas en el planteamiento. Álvaro Cervera adaptó la alineación a la de su rival. Optó por una defensa de cinco, en la que tenía tres centrales: Carpio, Sankaré y Aridane, con Iván Malón y Brian en las bandas. No de carrileros, porque subieron poco, sino defensivos a ultranza. En el centro del campo, Garrido apuntaló a José Mari y Abdullah. Renunció a la velocidad por las bandas y situó a Alvarito como complemento de Ortuño.

En apenas 20 minutos, se vio que este planteamiento le funcionaba ante un Girona que dominaba por inercia, pero sin agobiar. Por el contrario, llegaron dos golazos cadistas. El primero tras un gran zurdazo de Ortuño. El segundo con Alvarito resolviendo muy bien un gran pase de José Mari. El acierto en el remate, como en los días mejores, fue letal.

El Girona se quedó desconcertado durante el resto del primer tiempo. El Cádiz estaba bien asentado, con un centro del campo más poblado y con una defensa férrea y segura, en la que Aridane cazaba todos los balones que volaban por las alturas.

Sin embargo, este partido se pudo torcer tras el descanso. La segunda parte del Cádiz fue bastante peor que la primera. Estuvo a la deriva en 35 minutos de agobio constante del Girona. No quedó claro si el equipo local, con Borja implacable, los encerraba, o el propio Cádiz (de verde esta vez) se refugió atemorizado en el área. Momentos hubo en los que a la vera de Alberto Cifuentes había siete defensas y seis atacantes.

Así pudo pasar lo peor. Dos envíos a la madera y un gol de Longo con casi media hora para empatar aumentaron el miedo. Se estaba haciendo casi todo mal porque el balón se perdía constantemente. Hasta que en los últimos 10 minutos el Girona se fundió y ya no atacaba con el mismo peligro.

Con la entrada de Rubén Cruz, y sobre todo de Nico, para reforzar el inexistente ataque del Cádiz mejoró la decoración. En los últimos minutos y la prolongación Álvaro y Nico desperdiciaron un contragolpe en superioridad. Rubén Cruz y Garrido tampoco consiguieron marcar en dos envíos a la portería de René. Ahí debió estar el tercero. Porque hubiera sido lamentable que el Girona empatara cuando había pasado lo peor. Menos mal que atrás Aridane, y también Sankaré, eran los amos del cotarro, y ya nadie les tosía en el área. Así se consiguió una victoria trabajada y trabada, aunque de muchísimo mérito.

Viendo la clasificación, se aprecia que este Cádiz no se debe poner límites. El domingo ante el Tenerife, otro rival directo, también hay muchas ilusiones en juego.

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