IN omnibus caritas("En todas las cosas caridad"). Sin duda, este lema acompaña a un hombre bueno que durante muchos años ha peregrinado por estas tierras gaditanas y ceutíes, a un lado y a otro del Estrecho, ofreciendo lo mejor de sí mismo con respeto, humildad y autenticidad. Aunque me consta que ni pide ni busca ningún tipo de reconocimiento, nunca está de más el manifestarle públicamente, de parte mía y de tantos miles de diocesanos anónimos, nuestra sincera gratitud por tanto bien recibido de su parte.

¿Qué decir de su cálida sonrisa, su escucha atenta y su mirada limpia con todos? ¿Cómo olvidar su anuncio coherente y sincero de Cristo, su entrega generosa y misericordiosa a niños, jóvenes y mayores, y el servicio constante y cariñoso a laicos, religiosos y sacerdotes? ¿Quién no recuerda su preocupación y dolor por la grave situación de las familias y los trabajadores, de los pobres y los desempleados, de los inmigrantes, los presos y los enfermos? ¿Y su interés por los problemas humanos, pastorales o espirituales de todo aquel que se acercaba a él? ¿Y su permanente oración por los proyectos, trabajos y necesidades de personas, parroquias y asociaciones de todo tipo? Por todo ello y mucho más, gracias don Antonio. Tengo la certeza de que el Señor, Juez justo, le premiará todos sus afanes y desvelos.

Bien puede decir con San Juan de la Cruz: "El alma que anda en amor ni cansa ni se cansa". Sea con bastón o sin él, contemplando el mar de Cádiz o los campos de Jaén, estamos convencidos que hasta su último aliento, será la caridad el motor de su vida y la razón de ser de su ministerio, y seguirá sembrando -como gustaba decir- "el evangelio de la alegría y de la esperanza", con verdad y corazón.

Si después de leer estas breves pinceladas todavía alguno no sabe a quién me refiero…, le diré que hablo de don Antonio, nuestro obispo (pastor) emérito, nuestro amigo. ¡Gracias! ¡Mil gracias!