Análisis

Antonio Torrejón Iglesias

La Castrense, el deterioro de una joya histórica

Cuando hablamos de la Real Parroquia Castrense, antigua ermita del Santo Ángel de la Guarda, estamos ante una de las joyas históricas de nuestro querido Cádiz, por eso, al ver el deterioro que presenta no puedo reprimirme por más tiempo ante la pasividad de aquellos que ostentan lugares privilegiados que deben de velar por el patrimonio local, andaluz y nacional, ante la desidia de su propietario que no es otro que el Ministerio de Defensa.

Me consta que el párroco castrense César Sarmiento González ha movido cielo y tierra para conseguir la restauración total de la iglesia, llegándose incluso a comenzar las obras, las cuales llevan paradas demasiado tiempo debido a cuestiones burocráticas que al alargarse en el tiempo hace peligrar la salvación del templo histórico.

Para demostrar la importancia histórica de la Castrense, sólo basta con leer el maravilloso libro sobre su historia escrito por el prestigioso historiador Miguel García Díaz. Recordemos que los terrenos que ocupa fueron comprados en escritura fechada el 30 de mayo de 1651, consiguiendo la licencia del Obispado para construir el 16 de octubre de 1651 siendo el licenciado Roberto Ramírez de Barrientos, provisor y vicario general de la Diócesis, quien otorgó la licencia correspondiente. En 1653 se inaugura. En 1667 se construye el Hospital Militar pasando a ser la capilla del mismo. En 1764 comienza su andadura como Iglesia Castrense, convirtiéndose en la primera de toda Europa.

Con esta pequeña reseña creo que queda más que demostrada la importancia histórica del edificio, aunque podría ser mucho más extensa. Pero es mayor el peligro que se corre, pues dentro de esta parroquia existe un archivo por investigar a fondo de una importancia inusual por los datos que aporta sobre las personas que vivieron en Cádiz a través de distintos siglos con costumbres y oficios ya desaparecidos, una gran riqueza que podría terminar en Sevilla si el derrumbe del templo se produce.

Todo esto sin hablar de la imaginería que ha tenido una gran devoción en nuestra ciudad a través de los siglos como el Nazareno del Polvorín, o la maravillosa talla del Santo Ángel de la Guarda de Nicola Fumo del siglo XVIII, María Santísima de los Desamparados, talla anónima genovesa del siglo XVIII, San Pedro, anónimo del siglo XVIII, San Sebastián de Jacinto Pimentel del siglo XVII, Santa Bárbara del siglo XVII atribuida a Francisco Villegas, entre otras, y en cuanto a pinturas, la mejor es la Virgen del Rosario de la escuela sevillana murillesca, de Juan Gómez y realizada por éste en 1667, le siguen en importancia los dos cuadros llamados Purísima, uno del siglo XVII de la escuela de Valdés Leal y otro del siglo XVIII. A destacar también el llamado Exaltación de la Eucaristía, obra barroca del siglo XVII. Todo este patrimonio se puede perder de nuestra ciudad y convertirse en el mejor de los casos en otra sala de museo en Sevilla como ocurre con una gran parte del patrimonio que existía en el Carmen de Cádiz.

Ahora que se vive exclusivamente del turismo, es una oportunidad única de poner en valor esta preciosa iglesia gaditana y castrense. Por favor, señores encargados del patrimonio de Cádiz, de Andalucía, actúen, no dejen caer parte de nuestra historia señorial. Desde estas líneas darle ánimos al padre Cesar y al padre Carlos Vera, que sé están sufriendo en silencio con esta situación por la falta de recursos. Esperando que lleguen las soluciones a tiempo de salvar tan rico patrimonio.

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