La gente del Carnaval de Cádiz es la más incoherente y arbitraria del mundo. Nos habían dicho que nos les gustaba las casetas de las Fiestas Típicas. Que no eran muy carnavaleras y que parecían las de una feria del cualquier ciudad andaluza.

Sin embargo, ahora los responsables municipales colocan una enorme caseta en el muelle, a la que llaman carpa, cuyos ruidos va a volver majareta a media ciudad. El alcalde, ese digno sucesor de Fermín Salvochea, no se corta un pelo y dice a los vecinos que se aguanten un poco ya que se trata de "una de las grandes señas de identidad de Cádiz y Andalucía". Arsa pilili.

¡Qué incoherencia más grande la de estos carnavaleros! Nos decían, los muy cursis, que el Carnaval era perderse por las calles para paladear un buen tango. Que lo bueno era escuchar el repertorio completo de una ilegal en un apartado rincón de la ciudad. Que lo auténtico era ponerse un disfraz y divertirse con una copita de vino sin molestar a los demás.

Pues nada de eso era verdad. La auténtica identidad del Carnaval, por lo visto, es colocar un molesto casetón para poner a todo volumen música tecno, o rock, o raguetón o como se llamen esas músicas estridentes.

Como ustedes comprenderán, a mí me importa tres pitos la carpa, el casetón, los ruidos y hasta el alcalde. En cuanto pueda me las piro de Cádiz. Pero estoy viendo que con este Kichi media ciudad querrá irse para la Sierra y me van a subir los alquileres.

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