Análisis

Rafael Duarte

El aquel de la Bernarda

Es hacer lo que te venga en gana, lío desordenado y confuso donde todo el mundo mete mano...

En la tertulia del la Cafetería las Montañas, ahora bajo la nueva gerencia de Irene Alías, José Acosta Martínez, presidente, y Juan Carlos Carrillo, secretario, inquieto como mosca en calor, por olvidar su Google polisémico, dijo que era el coño de la Bernarda. Un manicomio es una habitación con las personas pertinentes. Una carajera es un tumulto, una planta, una bragueta y un carajote a la deriva. Pero el malunido de la Bernarda es el hacer lo que te venga en gana, lío desordenado y confuso dónde todo el mundo mete mano. ¿De dónde vendrá eso? El presidente dice que él sólo conocía a la Bernarda de Utrera. El Juan Carlos, sin Google, está más despistado que una hormiga sobre la Dama de Elche, y no puede atisbar las leyendas bien trovadas, hija natural de un rey moro, como la cava, curandera, sanadora, prostituta en Marruecos, en Sevilla, y coño romero o peregrino vinculado a San Isidro. Alguna cantaora de corral también goza de justa fama. Y no hables de cantes, que viene Filondango y se los apropia, afirma José. Le aclaro que el gran Perrontoreca, carpetero prepolítico , también quiere entender "del eso y del lo otro". El gran versificador Mironio Zarambaina, tomó café con nosotros. Y dijo que lo del coño ese se podría aplicar a la obra de la Menina del Melenón que hace libros como el Chantilly que no son, sic dixit, premio Nobel porque no están traducidos al sueco. Yo tengo una cuñada que escribe y una sobrina que también, aclara Mironio, y ninguna se las da de eso. El coño de la Bernarda, como siempre, aseveró Juan Carlos. Es que las meninas son algo siesas, apostilló Acosta. ¿Pero siesas con ese predorsal o con una ese apicoalveolar castellana? Requerí. Que no es lo mismo, coño.

Qué tertulia, cojones. Ya sabemos que un hombre es del tamaño de su léxico. Pero estábamos con la etimología de una frase que atribuía a cierta sección corporal de una señora determinada cualquier desaguisado… ¿sabíais que Rabelais le llamaba calibistris? ¿y también el "no sé cómo se llama"? Te parece bien trivializar temas tan controvertidos, me asesta Zarambaina. No. Lo que me parece mal es trivializar la genialidad como hacen tantos neoescritores de estilo cacocelo. El primero tú. Y aclaro que lo del cimbalón de la Bernarda es equivalente al pito del sereno. Hay constancia documental de que en cierto dialecto veneciano se llamaba "bernarda" a esa parte anatómica de la mujer, y por lo tanto es un sintagma tautológico, una reundancia y un pleonasmo. Ah, y aclara que no es el interior, sino la parte externa de la primera parte…

¿Es cierto? Claro. Y como la Isla es un pleonasmo en sí, Conrado Gisnerio lo trovó sin pensar: También le llaman chomite/ y también le llaman chona/ y choco por si compite/con la vieja Mariclota/. Y Andrés Castilla, trajo un libro de su micronegocio que lo atestiguaba: El Camisón de los rimadores, donde habitaban las sosinerías.

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