Estaba don Carnal ricamente instalado en mesa bien provista, sobre opulento estrado…" Juan Ruiz, Arcipreste de Hita

Creo que hoy en día el enfrentamiento de Don Carnal y Doña Cuaresma, que cuenta de forma tan divertida el Arcipreste, no sería posible. Sobre todo porque Doña Cuaresma ha pasado a mejor vida; eso sí, con todos los honores y funeral antiguo, a la Federica. Yo no la echaré de menos, porque eso de las privaciones y la mortificación nunca me atrajo demasiado. Creo que mis paisanos en general tampoco la añoran en exceso.

Cuando yo era niño, que lo fui, lo de la Cuaresma era un poco más serio, si bien se vivía con cierta lenidad en esta España nuestra, porque existía la famosa Bula de la Santa Cruzada. Se trataba de un privilegio papal, que se nos concedía a quienes supuestamente hubiéramos mantenido o mantuviéramos guerra contra el infiel sarraceno, a cambio de una aportación económica. Esa aportación debía destinarse, en principio, para mantener los gastos de guerra contra el infiel, si bien a mitad del siglo XX no parece que tuviéramos contienda viva de ese carácter. Hoy, por lo que se va viendo, combatir al terrorismo integrista (los sarracenos al uso) permite a ciertos gobiernos, como el de ese animal llamado Trump atentar sin recato contra los derechos humanos de todo bicho viviente. Su forma de guerra santa.

Pues, volviendo a lo de la bula, ésta iba tarifada según recursos de su beneficiario. Algunas familias más o menos pudientes compraban bulas más caras para la familia y otras más baratitas, vamos, de saldillo, para el servicio. En todo caso lo de comer carne en Cuaresma era moneda corriente para aquellos que pudieran adquirirla. Los pobre, como iban de habichuelas viudas o papas del mismo estado civil, seguían con su dieta de siempre.

Los viernes se supone que nada de carne, así que mi madre cocinaba un delicioso potaje de garbanzos con bacalao y espinacas, que estaba para chuparse los dedos. Yo lo sigo haciendo, si bien no necesariamente en tiempos cuaresmales. Si le pones, además, su huevo duro picado y le añades las "mentiras", plato gourmet a tope.

Pues precisamente la parte de don Carnal tiene este año gran relieve en el programa del Carnaval chiclanero, lo cual me satisface extraordinariamente y lo aplaudo sin reservas. Para que luego diga mi amigo el Delegado de Fiestas que siempre me estoy metiendo con él. ¡Con lo que yo le aprecio!

"Langostiná", "chorizada", "chistorrá" (evocadora de mi Navarra), "papitas aliñás", BERZA… Y las mayúsculas van a idea, porque si hay un plato local que merezca ocho sombrerazos con babeo adicional es la berza, con especial énfasis en la de Resurrección. Cada región, autonomía o nación (a gusto de cada cual) de la tierra ibérica, tiene su potaje mítico, desde la fabada asturiana, al cocido gallego, al idem madrileño, pasando por la escudella i carn d'olla catalana o las pochas riojanas. Todos merecen reverencia y honores, pero la berza, oiga usted: ¡la berza es la berza! Y lo dice un loco por el cuchareteo.

Pues aún queda una "magretá" y unas "papas con carne" en la celebración del día de Andalucía, que este año me parece que va a dar mucho que hablar; no en Chiclana: en todas partes. O mucho me engaña mi viejo olfato, o alguien que yo me sé va a intentar sacarle tajada política y, si así sucede, me parecerá fatal.

Pero eso es completamente marginal en nuestras celebraciones chiclaneras, que en su parte gastronómica prometen mucho, pero que mucho. Respecto a las "papas con carne" una maravillosa pariente y amiga mía, mi especialísima suegra, cuenta que su madre era tan buena cocinera, que, cuando estaba guisando sus papas viudas, las vecinas creían que las hacía con carne, de bien que olía aquello. Para reír y para llorar. ¡Hambre que había!

Respecto al resto del programa carnavalero, sólo incluye, como es lógico, la parte más institucional. ¿Habrá de la otra, la del callejeo y el disfraz espontáneo? Me temo que eso va a estar complicado, por lo visto en años precedentes. Las manifestaciones más populares y colectivas del Carnaval se fueron de las orillas del Iro hace ya bastante tiempo. Y de eso no se puede culpar a nadie. Sucedió y sucedió. ¿Nostalgia? Esa emoción que cada uno se la administre como le acomode.

Peor es el asunto del carnaval del Falla, que en mi opinión va tomando derroteros que, personalmente, no acaban de convencerme: muy mercantilizado, muy cargado de lujos y pompas innecesarios, mucho "intra-carnaval" o "meta-carnaval"… Supongo que eso de hablar de las otras agrupaciones y restantes cotilleos puede interesarles a los "profesionales" del asunto, a mi, y creo que a muchos gaditanos, me trae completamente al fresco.

Pues nada, que el gran Don Carnal reine en paz y nosotros que lo veamos.

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