Lo que me faltaba por oír, resulta que si ser mujer ya es un problema para según qué cosa, el hecho de ser andaluza lo agrava. Valiente tontería que alguien lanza a modo de dardo y que un medio de comunicación convierte en noticia y tema de una mesa de "expertos" para dar ideas a los amigos de inventar problemas y alimentar los peores instintos. Qué afán con ponerle nombre a todo y convertir una estupidez en un movimiento social.
Estoy harta de las tonterías acerca de la igualdad de género, del machismo y el feminismo, del día de la mujer, de sus derechos, de llamar la atención de las conciencias desde la diferencia. ¿Hay un día del hombre o de sus derechos?, ahora saldrán las feministas a decirme que no les hace falta porque ellos disfrutan del poder desde tiempos inmemoriales. Y desde luego que no son seres superiores, pero si hemos permitido que lo crean y ejerzan es porque nosotras hemos alimentado su ego, nosotras, las principales machistas; sus madres, hermanas, mujeres e incluso sus hijas. Vamos a dejarnos ya de hipocresías, pero sobre todo vamos a parar ya de hablar de algo que hoy no está en el discurso de los jóvenes, sus problemas son otros y nos empeñamos en que sigan viendo al hombre como un rival. Vamos a librar las batallitas en nuestro día a día y entorno. Muchas que se rasgan las vestiduras deberían empezar por no diferenciar a sus hijos por colores o juguetes, que cada uno haga lo que quiera pero después seamos consecuentes.
Yo crecí haciéndole la cama a mis hermanos hasta que vi que había chicos que podían hacerlas y me rebelé, pero la culpa no era de ellos, al igual que yo, ¿qué iban a saber ellos lo que debían hacer o no? Hay cosas que no van a cambiar nunca porque muchas mujeres no quieren que cambien, pero no son ni mejores ni peores que las que convierten un proceso educativo en una defensa con armadura y lo que es peor, armas.
Nos equivocamos en la manera de afrontar y tratar esas desigualdades, con nuestros discursos alimentamos el odio y si nunca lo logramos no será el hombre el único responsable. Mientras tengamos la bendita exclusiva de gestar una vida en nuestro vientre y la extraordinaria capacidad de educar a seres humanos, esas diferencias seguirán existiendo, y si nos relajamos, serán maravillosas, por cierto.
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