Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Lo que me faltaba por oír, resulta que si ser mujer ya es un problema para según qué cosa, el hecho de ser andaluza lo agrava. Valiente tontería que alguien lanza a modo de dardo y que un medio de comunicación convierte en noticia y tema de una mesa de "expertos" para dar ideas a los amigos de inventar problemas y alimentar los peores instintos. Qué afán con ponerle nombre a todo y convertir una estupidez en un movimiento social.

Estoy harta de las tonterías acerca de la igualdad de género, del machismo y el feminismo, del día de la mujer, de sus derechos, de llamar la atención de las conciencias desde la diferencia. ¿Hay un día del hombre o de sus derechos?, ahora saldrán las feministas a decirme que no les hace falta porque ellos disfrutan del poder desde tiempos inmemoriales. Y desde luego que no son seres superiores, pero si hemos permitido que lo crean y ejerzan es porque nosotras hemos alimentado su ego, nosotras, las principales machistas; sus madres, hermanas, mujeres e incluso sus hijas. Vamos a dejarnos ya de hipocresías, pero sobre todo vamos a parar ya de hablar de algo que hoy no está en el discurso de los jóvenes, sus problemas son otros y nos empeñamos en que sigan viendo al hombre como un rival. Vamos a librar las batallitas en nuestro día a día y entorno. Muchas que se rasgan las vestiduras deberían empezar por no diferenciar a sus hijos por colores o juguetes, que cada uno haga lo que quiera pero después seamos consecuentes.

Yo crecí haciéndole la cama a mis hermanos hasta que vi que había chicos que podían hacerlas y me rebelé, pero la culpa no era de ellos, al igual que yo, ¿qué iban a saber ellos lo que debían hacer o no? Hay cosas que no van a cambiar nunca porque muchas mujeres no quieren que cambien, pero no son ni mejores ni peores que las que convierten un proceso educativo en una defensa con armadura y lo que es peor, armas.

Nos equivocamos en la manera de afrontar y tratar esas desigualdades, con nuestros discursos alimentamos el odio y si nunca lo logramos no será el hombre el único responsable. Mientras tengamos la bendita exclusiva de gestar una vida en nuestro vientre y la extraordinaria capacidad de educar a seres humanos, esas diferencias seguirán existiendo, y si nos relajamos, serán maravillosas, por cierto.

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