Cursis y culturetas han puesto de moda la expresión batalla de coplas para referirse a una concentración de agrupaciones carnavalescas. Se elige un sitio y allí acuden los comparsistas para ofrecer sus selectos repertorios.

Este año, dice la programación oficial, habrá batallas de coplas en el casco antiguo y en el Paseo Marítimo. El alcalde Kichi, como un Napoleón de Carnaval, indica los lugares para dar la batalla y allí se dirigen nuestros bravos comparsistas. Sin rechistar, como mansos corderitos. Mucho hablar de libertad y de desobediencia al Poder y luego acuden donde les indica la primera autoridad. Cosas de las subvenciones, pienso yo.

Pero más que batalla de coplas, Cádiz sufre un bombardeo. Llevamos un siglo escuchando coplas en el Concurso Falla y todavía no es suficiente. En un certamen normal basta una actuación, una canción, para que el Jurado decida los premios. Aquí, en esta sufrida ciudad, los grupos necesitan pasar cinco o seis veces por el escenario. Y cada una de ella con presentación, cuplés, pasodobles y popurrís. Esto no es una batalla de coplas, es un la guerra nuclear.

Los vecinos, mientras tanto, a sufrir esta batalla. Los que viven en el Paseo Marítimo, que se creían a salvo de la carpa del muelle o del escenario de la plaza de San Antonio, les ha caído la bomba de las coplas. Y el bombardeo coplero promete ser intenso.

Hagan lo que yo. Busquen un refugio en la Sierra y dejen Cádiz para Kichi y sus fieros comparsistas.

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