Gastronomía José Carlos Capel: “Lo que nos une a los españoles es la tortilla de patatas y El Corte Inglés”

Este año no nos coge el toro. Ya tenemos las calles con las luces instaladas y el árbol plantado frente al Ayuntamiento. En una semana está anunciado el encendido del alumbrado extraordinario, hace diez días se presentó la programación de actividades para las fiestas y se conoce desde hace tiempo el ganador del concurso de dibujo de Navidad (pobres niños, tratando de ponerse en situación a más de 20 grados).

A mí este adelanto de la ambientación navideña, sinceramente, me provoca ansiedad. Cómo pasan los meses, me digo. Cada vez más rápido, volados. Sin darme cuenta, ya se ha ido otro año. Y no es verdad. Que sí, que el tiempo corre, pero no tanto. Que aún nos queda más de un mes para disfrutar de 2017 y yo ya voy con la sensación de haberme atragantado con las uvas.

No sé en qué momento empezamos a vivir así, con un mes de adelanto. Y ya no tiene remedio, porque es la pescadilla que se muerde la cola: cuando empiecen de verdad las Navidades, la saturación será tal, que pasaremos a centrarnos en la cuesta de enero y en los Carnavales.

Este intento constante de adelantarnos en el calendario lo iniciaron los comercios. Esos que en febrero empezaban a anunciar la temporada de primavera-verano y cuelgan en los escaparates abrigos desde el mes de agosto. Luego nos decimos que el invierno tarda en llegar, y lo que nos pasa es que llevamos desde finales de verano con la sensación de frío atrasado. ¡Si hasta la vuelta al cole se anuncia en junio!

A estas alturas de año no hay escaparate sin guirnalda, domicilio sin catálogo de juguetes y supermercado sin selección de mantecados. Todo a punto desde el 1 de noviembre. Podría ser antes, pero afortunadamente Halloween se ha instalado en nuestras vidas y hace de barrera, ocupando escaparates, decoración, y conversaciones desde finales de septiembre.

Antes era posible escapar: ni carta de Reyes, ni adornos en casa, ni un polvorón. Pero a los negocios se han ido sumando instituciones, asociaciones de vecinos, medios de comunicación… no hay forma de aislarse. Y yo, que ya suelo ir con prisas sin necesidad de aceleración artificial , veo pasar los días a cámara rápida.

Por favor, un respiro. No quiero parar el tiempo, pero podemos cambiarle la velocidad.

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