Tratar de vivir con un pensamiento crítico y educar en él a los hijos propios y ajenos no siempre es fácil. Se observan momentos de decaimiento cuando transitar por un camino diferente a la masa, tiene más baches y piedras sueltas de la cuenta. Se corre el riesgo de parecer obsesionado si se insiste demasiado en cuidar el planeta, comer sano, buscar energías renovables, no contaminar en exceso, no malgastar los recursos naturales, no pasar el tiempo libre tirado en un sofá móvil en mano, escuchar música más allá del reggaetón, seguir un deporte al margen del fútbol, comprar productos del entorno, hacerlo en tiendas de comercio local que no vendan solo productos fabricados en China, defender la igualdad de género…A veces es agotador, y lo es porque la lucha es desigual. Los ayuntamientos dan facilidades a las grandes superficies para que se instalen en sus localidades, las noticias televisivas y los periódicos se centran en el fútbol, los productos que venden en los chinos son infinitamente más baratos, las empresas siguen de espaldas a la conciliación familiar haciendo así que solo haya tiempo para comer cualquier cosa, de cualquier manera, a cualquier hora, los medios siguen enviando mensajes machistas a todas horas… Los jóvenes no quieren sentirse raros. Porque eso es lo que hacemos, inventar términos peyorativos para descalificar y desactivar los comportamientos disidentes. Es el valor de la palabra. Así, estos comportamientos quedan reducidos a conceptos ridículos cuando se habla de madres eco friki, mujeres feminazi, jóvenes perroflauta…Pero, de vez en cuando, surgen iniciativas que, aunque no muy aireadas, van propiciando espacios para el cambio. En el mundo de la tecnología están surgiendo startup sostenibles (dejo el término inglés a posta para revestirlo de actualidad, of course) que tienen como meta proteger el planeta y fomentar la inclusión social. Son iniciativas jóvenes españolas que apuestan por energías renovables, fertilizantes naturales, producción ecológica, uso de materiales que se reintegran en la naturaleza, aplicaciones para personas con discapacidad visual o auditiva, incentivos para usar la bicicleta… A lo mejor estamos a tiempo.

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