Perdonen esta manera tan brusca de encabezar el artículo de hoy, pero una amiga mía me acaba de decir que el Carnaval de Cádiz es como las almorranas, que se sufren en silencio.

Dice esta buena señora que el Carnaval de Cádiz lo padecemos y sufrimos todos los gaditanos. Pero lo hacemos en silencio, sin quejarnos, sin manifestarlo públicamente.

Lleva toda la razón esta amiga mía. Nadie se atreve a decir que este Carnaval que tenemos, dedicado casi en exclusiva a los artistas del Falla, le parece una mamarrachada. Todos tienen miedo de ser tachados de malage o, lo que es mucho peor, de poco gaditano.

Sin embargo, pregunte usted a las personas de su confianza si les gusta este Carnaval. Verá que todos contestan que no. Todo lo más le dirán que el Carnaval de antes era mucho mejor, pero que el actual, con los grititos y cursiladas del Concurso y la botellona en la calle, es insoportable.

Cuando salimos de Cádiz, es terrible. Siempre hay un fulano, como el empresario de Córdoba, que afirma que en Cádiz son muy graciosos pero que nadie trabaja. Que nada más que pensamos en los Carnavales. Y usted lamenta que nadie te pregunte por Construcciones Aeronáuticas, por el muelle, por el Astillero o por los cuadros de Zurbarán.

Lo dicho. El Carnaval de Cádiz hay que sufrirlo en silencio, como las almorranas. Yo diría que peor, porque no tenemos pomada que nos alivie un poquito.

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