Como consecuencia de mi eterna o infinita deformación profesional, deseo recordarle a mi ilustrado lector, sobre la importancia que tiene en nuestra maravillosa Lengua castellana ese elemento gramatical tan esencial en ella como es el adjetivo. Un componente que casi siempre acompaña al sustantivo y que pertenece a una clase abierta, es decir, en la evolución del idioma van creándose palabras nuevas atendiendo a las nuevas necesidades, o adquieren una nueva acepción, sin embargo otras caen en desuso. Así, por ejemplo, nos encontramos con adjetivos relativamente recientes en español y que pululan por todas las bocas y picos de muchos "enteraos". Y no quiero hablar de aquello que tanto oigo: "coche o moto guapa o guapo", un adjetivo que no es el adecuado para expresar esas cualidades del vehículo.

No obstante esta Chiclana es especial. Pues entre tantos adjetivos que se le pueden asignar, solamente aquí trataremos o nombraremos algunos. Por eso, yo diría, que ese programa chiclanero de estas próximas fiestas es bonito. No sólo por su denso contenido sino porque el cartel que anuncia esos jolgorios navideños es también muy agradable y bien parecido. Aunque, y lo que es propio de un gobierno socialista, es poco religioso o solemne. Bonito paisaje iluminado; clamorosos ojos tan abiertos de un niño y con un colorido en general muy atrayente. Pero falta lo que realmente se conmemora: la religiosidad y solemnidad de estas fiestas. Pero bueno, digo yo.

Porque ésta es una Chiclana acogedora -como siempre digo-, por eso, durante todo este pasado fin de semana, se ha celebrado aquí un Encuentro Nacional de familias de personas con síndrome de Down. Algo de lo que me enteré viendo el telediario el pasado viernes, y eso se llama categoría informativa. Qué arte. Aunque, además, estamos ante una Chiclana desértica. Otro adjetivo que nos sirve para comprender lo que no vemos, calles vacías al atardecer o nadie los días festivos. Sólo nos encontramos durante el día con ese "gafismo" imperante en quinceañeras y más con esos ojos clavados en el "guasap" en plena calle y hasta en el baño. Además de una Chiclana envejecida -dándole la razón a las últimas estadísticas- : cantidades de viejos paseantes y más viejas, que, al menos, rellenan lo que falta.

Aunque, lo más curioso es que tenemos el alcalde más "homenajeador" del mundo. Todos los días en el Moderno hay personas a las que Román les concede ese homenaje merecido. Qué pena, que a este chiclanero adoptivo no le va a dar tiempo.

Y aprovechando de lo que hablamos, hay ya que dejar de emplear esos sustantivados adjetivos para pamplinas, como ciudadanos/-as; chiclaneros/-as o el tan conocido miembros y miembras. El no emplearlos de esta manera no significa machismo, sino ignorancia profunda…

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