música

Ese susurro de India

  • El público del Gran Teatro Falla se rindió a los 'secretos' de la intérprete durante más de '90 minutos'

La artista India Martínez y su director musical, Antonio Bejarano, durante un momento del concierto en el Gran Teatro Falla.

La artista India Martínez y su director musical, Antonio Bejarano, durante un momento del concierto en el Gran Teatro Falla. / jesus marin

Aunque se presentara como la diva del pop andaluz que, ciertamente, es -coleta J. Lo, falda de tul desmontable y salpicada de plumas, sutiles brillos y tejidos para resaltar una extraordinaria belleza natural- cuando India duele, cuando India emociona, cuando India titila, como estrella que es, es justo cuando todo el efectismo desaparece, cuando se apagan los fuegos artificiales y la intérprete toma una silla, baja la mirada, se abraza el estómago cubierto o no con la guitarra, y susurra. Y susurra en su cante (el de cantaora) que le sale sí o sí; y susurra en su canción (la que traspasa el flamenco) que se inventa con ese algo suyo tan especial. Y, entonces, se muestra. Y, entonces, la vemos. Y, entonces, sale el ole estratosférico desde las alturas del Paraíso.

India susurra, abre la boca rebosante de mimbres personalísimos, de voz antigua y nueva, y cuenta un secreto a un Teatro Falla lleno hasta la bandera y entregado en lo pasable, en lo bueno y en lo mejor. Los seguidores son legión inquebrantable, la adoran en sus salidas más pop, en sus bailes quizás algo faltos de fluidez y en sus intervenciones preparadas para introducir la siguiente canción; pero hasta el acompañante raso, hasta el que acude por devoción a la persona amada, termina la noche emocionándose o agitando palmas en algún momento de la hora y tres cuartos en los que India Martínez y su banda desgranan el repertorio de Te cuento un secreto y un aperitivo de éxitos anteriores.

La noche empieza con potencia. La última vez lleva luces y transparencias y una estética pose final de efigie de mascarón de proa, una reinventada Victoria de Samotracia que vuelve a hacerse carne en la balada Salto del Ángel que da paso a la primera conversación de India con el público del Falla -serían muchas a lo largo de la noche del viernes y ganando, poco a poco, en naturalidad- y a los primeros piropos de ida y vuelta. ("¡India, lo tienes tó!").

La adrenalina de su salto en paracaídas que se queda corta con la energía que le transmite el público; una batallita de amor adolescente con moraleja sobre el poder de la música; una reflexión sobre el binomino casualidad-causalidad que jalona la vida... Las confesiones, los secretos, de India se iban intercalando con el repertorio interpretado con exquisitez. Te cuento un secreto, la versión de Hoy de Gloria Estefan, Si te quiero, Sólo tú, 20 vidas, Gris, Me queda tu sombra o, entre otras, Todo no es casualidad (con su hermana Laura interpretando al reflejo de la artista en el espejo) rivalizaron por el favor del respetable entregado a cada nota y a cada verso.

Pero hubo ciertas piezas, un tridente de canciones, donde India fue más allá, donde alcanzó ese susurro personal y esa punzante emoción: Sólo tú (con un remate en toná), Corazón hambriento y Vencer al amor. Sí, señor, la vimos como vimos sus pies enfundados en botas transparentes.

Con Aguansanta firma el final oficial de hora y media de concierto pero 90 minutos no puede durar el amor para India Martínez que alargó el romance con su público a través del popular tema, de un popurrí de copla y pinceladas flamencas donde no temió a la capella y de Los gatos no ladran. Y todos nos fuimos satisfechos.

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