Cultura

No sólo Stalingrado

  • Grossman trazó 'Vida y destino', la historia humana de una batalla que sólo podían permitirse dos Estados totalitarios

Ésta es la historia escrita por un vencido del bando vencedor, de Vasili Grossman, que cubrió periodísticamente la batalla de Stalingrado, que fue uno de los primeros reporteros en informar sobre los campos de exterminio nazis, pero que tras escribir una titánica novela de 1.100 páginas comprobó cómo en sus capítulos estaba anunciado su propio destino: el libro nunca pudo ser publicado en la Unión Soviética, y sólo la fortuna quiso que saliera microfilmado para ser editado en Occidente. La novela se estructura en varias historias personales y familiares que se entrecruzan en un momento clave de la Segunda Guerra Mundial, la batalla de Stalingrado, el momento en que el Ejército Rojo para a Hitler en la orilla del Volga y se inicia el todavía lento camino que llevaría a la derrota final del nazismo. Pero la novela de Grossman, que es casi un reportaje basado en los testimonios dialogados de personajes de ficción, huye del típico relato bélico de ejércitos, estrategias y flancos; es el terrible fresco de una batalla que tan sólo se podían permitir dos Estados totalitarios; es la denuncia de la barbarie nazi y de la estalinista, y es -incluso hoy- el descubrimiento de hasta dónde llegó este último régimen, comparable en su crueldad con el de Hitler. Porque es aquí donde reside una de las ideas fuerza de la novela: hasta qué punto fueron comparables el nazismo y el estalinismo. Cierto día, cuando la victoria en Stalingrado se ve cercana, Shtrum, un científico nuclear, regresa a Moscú después de haver pasado unos meses refugiado en Kazán. Pero casi sin saber por qué, cae en desgracia, y le ordenan rellenar un amplio formulario sobre su persona. En el quinto punto, que hasta el inicio de la guerra no tenía importancia, debía definir su nacionalidad. "Judío". Era por lo que mataban los nazis. El séptimo, su condición social, y la de su mujer, y los padres de ésta y la de los suyos. Pero eso mató la Revolución.

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