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La noche de los goya La Academia del cine español entregó sus premios

'La soledad' se convierte en la gran sorpresa

  • La película de Rosales se impuso sobre 'El orfanato' y 'Las 13 rosas' · Maribel Verdú logró su primer Goya a mejor actriz

Jaime Rosales sorprendió a propios y extraños al recibir anoche los dos premios Goya más cotizados (mejor dirección y mejor película) por La soledad, durante la XXII edición de estos galardones, en la que se impuso a Gracia Querejeta, por Siete mesas de billar francés; Icíar Bollaín, por Mataharis; y Emilio Martínez Lázaro, por Las 13 rosas. Y sobre todo a la película que partía como favorita: El orfanato, del debutante Juan Antonio Bayona, quien sí ganó en la categoría de dirección novel.

La película, la segunda cinta de Rosales, recibió en total los tres galardones para los que estaba nominada: mejor película, mejor dirección y mejor actor revelación (José Luis Torrijo). Estrenada en Cannes, La soledad es una reflexión sobre lo que su propio título indica, sobre la incomunicación, la familia, el amor y el desamor y la capacidad para superar el sufrimiento. La cinta, protagonizada por Sonia Almarcha y Petra Martínez, muestra la lucha de una madre separada y de una viuda por retomar sus vidas y cuidar de sus hijos. Alejandro Amenábar fue el encargado de entregarle a Jaime Rosales el Goya a la mejor película de 2007, tras haber recibido de manos de Álex de la Iglesia el de mejor director.

La otra gran sorpresa de la noche la protagonizó Maribel Verdú. El "hombre" por antonomasia, José Coronado, fue el encargado de entregarle el premio en la categoría de mejor actriz, donde desbancó a su compañera de Siete mesas de billar francés, Blanca Portillo, así como a Emma Suárez y la gran favorita, Belén Rueda. A sus 37 años, la madrileña ve consagrada su carrera profesional tras cuatro nominaciones en vano. Hecha un mar de lágrimas, y tras besar a su marido y al productor Elías Querejeta, la Verdú compartió el premio con las otras nominadas y todo su equipo.

Su felicidad contrastó con la cara de circunstancia de la gaditana Gala Évora, que no pudo traerse a casa el Goya a la mejor actriz revelación, que fue a parar a las manos de la angustiada protagonista de [REC], Manuela Velasco.

La Gala de los XXII Premios de la Academia de Cine español, presentada por un José Corbacho vestido de Ley del Cine, se caracterizó por su humor afilado y su fluidez, apenas alterada por la paródica manifestación "Contra el Euribor" que nos hizo sonreír con el recuerdo de aquellas veladas larguísimas con el "No a la Guerra" como eslogan. Corbacho dedicó muchas bromas a los "grandes ausentes" de la noche, como José Luis Garci, Woody Allen, Pedro Almodóvar y Javier Bardem. Hasta se permitió entrevistar con ironía a Belén Rueda, nada más perder en su categoría.

La presidenta de la Academia de Cine, Ángeles González-Sinde, se refirió a la importancia de las ideas que circulan a través de la gran pantalla ("la taquilla no es el único beneficio que el cine genera a la sociedad, ya que hay otros más importantes", destacó).

Mucho más directo resultó el discurso (tembloroso, deslavazado y tan sincero) del Goya de Honor, el actor Alfredo Landa, que destacó con gran ternura que "todo se lo debo a mi profesión" y dedicó este premio, con el que se despide de su carrera tras medio siglo en activo, a su mujer y su familia, "las personas que más quiero en este mundo".

José Luis Torrijo, por La soledad, fue el mejor actor de reparto y dejó en la cuneta a Julián Villagrán (natural de Trebujena), que competía por Bajo las estrellas. Su compañero en esta cinta, Aberto Sanjuán, sí que cumplió los pronósticos al ganar como mejor actor protagonista, superando al mismísimo Alfredo Landa, que optaba por su papel en Luz de domingo, de Garci.

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