CINE

El regreso de los hermanos Coen a la violencia rural

  • 'No es país para viejos' puede darle el Oscar a Javier Bardem el 24 de febrero

Por fin llega este viernes a las carteleras españolas No es país para viejos, la película que ha significado la definitiva consagración internacional de Javier Bardem. A la riada de premios que ha obtenido por este trabajo de los Coen puede unirse el Oscar el próximo 24 de febrero. Además, su papel tiene un doble mérito. Encarna a un despiadado asesino, personaje siempre ingrato cara a los galardones, y no es un papel necesariamente hispano. Lo sentimos por otro latino malagueño más simpático y que maneja mejor los medios, pero que puede ver su puesto en Hollywood amenazado por el gran talento de Bardem. De hecho se habla de que la versión cinematográfica del musical Nine, que Banderas hizo en escena, la va a hacer el madrileño y no él. Aunque la huelga de guionistas tiene paralizado todo el proyecto.

No es país para viejos significa también el regreso de los Coen a un terreno que le resulta más familiar que el recorrido en sus dos últimas películas. Tanto Crueldad intolerable como el fallido remake de The Ladykillers mostraban una preocupante tendencia a entrar en el gran mundo de las industria, y lo que es peor, una alarmante bajada de su creatividad tras los fantásticas historias que han trufado su carrera. De hecho No es país para viejos tampoco es un proyecto suyo. Es una adaptación de la novela que Cormac McCarthy, uno de los grandes escritores norteamericanos de la actualidad, publicó en 2003. El autor de la afamada La carretera, que obtuvo el Pullitzer, quiso hacer una especie de western contemporáneo, ambientado en la actualidad, donde choca la vieja ética americana contra el mundo desquiciado de la actualidad. El productor Scott Rudin le ofreció el proyecto a los hermanos, que vieron en él alguno de sus viejos intereses. En efecto, la trama enlaza con sus clásicos de violencia rural, caso de Fargo o de su impactante debut en 1984, Sangre fácil. Además, el humor negro que recorre las tramas de McCarthy también pudo ser apreciado por los Coen, que lo utilizan mucho. De ahí que la unión entre el escritor y el peculiar dúo de cineastas fuese fructífera.

Pudieron contar con un buen reparto. El gran Tommy Lee Jones, nominado al Oscar este año por su extraordinario trabajo en En el valle de Elah, fue elegido para dar vida al sheriff Bell, un hombre del oeste al viejo estilo, con la moral sólida como una roca y que no entiende nada de la violencia que se ha apoderado del mundo actual. Josh Brolin, visto en American Gangster y en la propia En el valle de Elah, es Llewelyn Moss, el honrado ranchero que ve su vida trastocada. Un típico personaje cotidiano de los Coen enfrentado a algo que le supera. Y Bardem es Anton Chigurh, un despiadado y juguetón asesino que juega a cara y cruz con sus víctimas. Woody Harrelson completa el equipo artístico, como alguien contratado que tiene que parar a Chigurh.

La trama arranca en los años 80, cuando el negocio de la droga y la violencia que lleva anexa se dispara en Estados Unidos. Llewelyn Moss, un veterano del ejército que siempre ha sido un ciudadano ejemplar encuentra una camioneta rodeada de cadáveres y con más de dos millones de dólares en su interior. Decide quedárselos, y su actitud dispara una serie de sangrientos acontecimientos. Esto hace que un cruel y siniestro asesino empiece a perseguirle para recuperar el dinero, dejando una estela de cadáveres a su paso. Bell, un viejo sheriff de la antigua escuela, intenta detener esta escalada de violencia en su demarcación, sin entender nada de lo que está pasando. Además de la de Bardem, No es país para viejos tiene otras siete candidaturas a los Oscars, incluyendo película, director y guión adaptado, aunque la del español parece cantada.

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