Terror psicológico, España, 2012, 97 min. Dirección y guion: Antonio Chavarrías. Fotografía: Guillermo Granillo. Música: Joan Valent y Zacarías de la Riva. Intérpretes: Juan Diego Botto, Bárbara Lennie, Mágica Pérez, Marc Rodríguez, Nora Navas. Cines: Bahía Mar, Cinesa Los Barrios.

Aunque resulte paradójico, lo más meritorio de Dictado, séptimo largo del periférico y singular Antonio Chavarrías (Susanna, Volverás, Las vidas de Celia), reside en haber impregnado de un naturalismo poco común en nuestro cine una historia que se mueve entre los resortes del género de terror psicológico. Tanto sus protagonistas como sus personajes secundarios y ambientes respiran una autenticidad infrecuente en el cine español, siempre deficitario a la hora de retratar a gente normal haciendo o diciendo cosas normales.

Y más paradójico aún porque, también de forma bastante suicida, Dictado se pliega a la ambigüedad de las apariencias como estrategia para que su fábula con fantasmas, reencarnaciones, niños maléficos, monstruos y bosques misteriosos fluya desde el retrato realista de una crisis de pareja bajo la que se esconden secretos del pasado que Chavarrías sabe poner en imágenes sin demasiado énfasis, con la tensión justa (el resto lo hace la excesiva música de Valent y De la Riva) para que de lo cotidiano emerja poco a poco el tono de pesadilla que la película necesita para funcionar con efectividad.

Unos encuadres inestables, unas interpretaciones en registro bajo (con unos Juan Diego Botto y Bárbara Lennie bastante convincentes) y unos diálogos antiliterarios son suficientes para equilibrar y potenciar aún más los contados momentos (el suicidio del padre en la bañera junto a su hija, la búsqueda de la niña perdida en la noche, la pesadilla en la que el protagonista vomita tierra) en los que una poderosa imaginería de lo siniestro concentra el sereno pavor de la mirada y cimenta los motivos más perennes de una película tan imperfecta como estimulante, tan extraña como insólita.