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La crítica · baile

El poder de las tablas

  • Joaquín Grilo y Antonio Canales conquistan a base de soniquete al Villamarta.

Joaquín Grilo y Antonio Canales pertenecen a generaciones bailaoras que han bebido de manantiales ricos y forman parte de ese abanico de artistas intuitivos y viscerales en peligro de extinción. Por eso, verlos juntos siempre es motivo de expectación. Cierto es que el baile, como muchas otras cosas en la vida, es un estado de ánimo y para sintonizar con determinadas frecuencias hacen falta una serie de coincidencias. En ese intento se han embarcado ambos apostando por 'Soniquetazo', un espectáculo que se aleja de lo habitual, de los cánones existentes hoy día y que persigue ese punto de improvisación, de naturalidad que a veces adolecen otras propuestas, por muy metódicas y rigurosas que sean.

A estas alturas de la vida y con carreras desarrolladas y asentadas desde hace tiempo, Grilo y Canales se introducen en una especie de 'combate mortal', un intercambio de golpes con el baile como herramienta. No hay una escenografía, ni tampoco un hilo argumental. Ni tan siquiera los músicos siguen una línea conjunta (algo que se echa en falta en alguna fase del mismo), y salvo en momentos puntuales, cada uno lleva a su gente y ésta interpreta sus cosas. Así es 'Soniquetazo'. Unas luces, una serie de palos bailables y libertad para desarrollar cada sensación. No hace falta más.

En ese intercambio de golpes, Joaquín Grilo demuestra que tiene mecha para rato. Sin abandonar esa estética dancística que abandera desde hace ya algunos años y que muchos, entre los me encuentro, no compartimos, el bailaor jerezano no sólo es un mago del soniquete en cada movimiento, sino que ejecuta con maestría determinadas armas, un lujo que no está al alcance de muchos.

Con su inseparable Carmen en el cante, Joaquín sobresalió por soleá, llevando el baile al extremo con detalles marca de la casa, braceando con elegancia y sorprendiendo a todos con un montaje de 'María de la O' especialmente original, no ya sólo en el aspecto interpretativo, con un cruce de letras entre su hermana (espléndida en este envite) y los Macarines, sino a nivel coreográfico, con un Grilo más contemporáneo, y sobre todo musical, con un Juan Requena abrumador.

En el otro lado del ring, Antonio Canales. El sevillano, que representa en el espectáculo el baile de Triana, entra de lleno en esa 'pelea' metafórica, pues responde con el mismo baile que su compañero de montaje. Consciente de que la edad no perdona ni tampoco el estado físico, Canales es un artista de transmisión. Sabe ganarse al público con cada gesto, con cada mirada y con cada desplante. Bien es cierto que ya no tiene esa chispa de hace años, pero aún así todavía es capaz de moverse sobre las tablas con grandeza. Eso sí, a cuentagotas y exprimiendo al máximo su experiencia, una ventaja que bien manejada se convierte en virtud.

Con las poderosas gargantas de David El Galli y Gabriel de la Tomasa y la fina guitarra de Paco Iglesias, dejó destellos por alegrías, al meterse por tangos de Triana (que incluso se atrevió a cantar) y por supuesto, por soleá. Sus replantes, sus braceos y esa manera de recogerse, llegan, aunque ya no sea continuo.

El teatro se rindió a la majestuosidad de ambos, que regalaron a un público entregado un bis por bulerías y una amalgama de recursos a compás que no todo el mundo es capaz de hacer.

Baile'Soniquetazo'

Dirección artística, idea y coreografía: Joaquín Grilo y Antonio Canales. Baile: Joaquín Grilo y Antonio Canales. Guitarras: Juan Requena, Paco Iglesias. Cante: Carmen Grilo, Macarines, Gabriel de la Tomasa y El Galli. Percusión: Ané Carrasco y José Carrasco. Técnico de sonido: Lauren Serrano. Iluminación: Antonio Valiente. Fotografías: David Ken. Regiduría: Nuria Figueroa. Producción: Flaco Producciones. Día: 25 de febrero. Lugar: Teatro Villamarta. Aforo: Lleno.

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