artes escénicas

Contra los patrones heredados

  • El Flamenco Festival arrancó ayer en Londres una nueva edición, que continuará en marzo por Estados Unidos y Canadá

  • La cita analiza el papel de la mujer en la creación actual

El Flamenco Festival de Londres lleva ya 15 años ensanchando horizontes y desmontando ideas preconcebidas, divulgando entre el público británico -en un teatro tan importante para la danza como el Sadler's Wells- la pluralidad de un ámbito que muchos espectadores aún vinculan a la tradición y no obstante es también terreno fecundo para la creación más contemporánea. En su nueva edición, que arrancó ayer con el lema Mujer y creación como premisa, la cita se detiene a combatir los estereotipos que han acompañado a las figuras femeninas del flamenco y despliega un panorama en el que las bailaoras se rebelan contra los patrones heredados y las cantaoras adoptan su propia voz y cuentan sus historias.

Sublevaciones necesarias como la que emprende María Pagés, que en Yo, Carmen se niega a encarnar el mito de Mérimée y Bizet, una mujer que no es sino la fantasía de los hombres, y ofrece un lúcido contrapunto, un personaje real, una Carmen que decide por sí misma, apoyada en la palabra de autoras como María Zambrano, Marguerite Yourcenar o Margaret Atwood. Páges, que interpreta hoy y este sábado en Londres su espectáculo, fue quien inspiró el camino que tomaría la programación del Flamenco Festival este año, tal como reconoce el director de esta muestra, Miguel Marín. "Fue un proceso interesante, porque no partí de la idea de hacer un festival de mujeres, pero teníamos la obra de María Pagés y empezamos a tirar del hilo casi por azar", admite el responsable de la cita.

En otras propuestas, curiosamente, se repetía esa dinámica en la que las protagonistas femeninas se decidían a hablar por sí mismas y a apartarse del rol que la Historia les había encomendado. Ocurre en J.R.T., sobre Julio Romero de Torres, pintor y flamenco, el montaje de Úrsula López, Tamara López y Leonor Leal que se representará en el Sadler's Wells este domingo, y en el que las modelos del pintor cordobés cobran vida propia. Sucede también, apunta Miguel Marín, en Nacida sombra, en la que Rafaela Carrasco revive a cuatro grandes creadoras del Siglo de Oro, Sor Juana Inés de la Cruz, María de Zayas, María Calderón y Teresa de Jesús, una pieza que visita Londres el domingo 25. De mujeres silenciadas también se ocupa la cantaora Angelita Montoya, que reivindica el legado de las autoras de la Generación del 27 en su disco Versos olvidados, que interpretará en un concierto el sábado 24.

La oferta también desbarata algunos prejuicios de la mano de la guitarrista Antonia Jiménez, que el viernes 23 estará acompañada de la cantaora Alicia Morales y la percusionista Nasrine Rahmani. "Pensamos que sólo hay hombres en la guitarra y en la percusión, y no es así", señala Marín.

La presencia femenina en el Flamenco Festival, que "abarca todas las generaciones, desde La Chana a Alba Molina", subraya el director de la cita, pasa también por la poderosa reinvención que Isabel Bayón hace de sí misma en Dju-Dju (martes 20), o por la gala flamenca dedicada a La Chana (días 21 y 23) en la que la veterana "viene a decirnos que en el arte no hay edad" y dialoga con su discípulo Antonio Canales y los jóvenes El Farru y Gema Moneo, "que tienen esa intensidad y esa fuerza de su predecesora".

La inauguración del festival, ayer, corrió a cargo de Arcángel, Carmen Linares y Marina Heredia en Tempo de luz, una unión de talentos que para Miguel Marín también rompe esquemas. "Está extendido cierto concepto que dice que algo no es flamenco si no hay en él sufrimiento. La profundidad no tiene que ser siempre el dolor, lo importante es el sentimiento. Aquí lo manifiesta un espectáculo de gran profundidad, pero que consigue la emoción de otra manera, desde la luminosidad".

Esa mirada innovadora se traslada asimismo a la residencia artística que culminará en Sin permiso. Canciones para el silencio, una pieza programada el día 23 en la que el coreógrafo y bailarín Guillermo Weickert y la bailaora Ana Morales "trabajarán la idea del silencio como espacio creativo, como un antagonista del incesante ruido", anticipa Marín.

El Flamenco Festival, que este año también desembarcará en otra ciudad inglesa, Manchester, proseguirá en marzo su andadura en Estados Unidos y Canadá. Nueva York -con algunos espacios míticos como el Carnegie Hall o el New York City Center- acogerá la mayor parte de una programación que tendrá ramificaciones en otros destinos como Miami, Boston, Atlanta, Montreal, Los Ángeles, San Francisco, Portland o Montreal. La presencia del Ballet Nacional de España es uno de los atractivos de Nueva York, donde Marín y su equipo han apostado "por fomentar algo muy propio de esa ciudad, el encuentro entre unos y otros. Nosotros no entendemos la pureza si se trata de mantener de forma artificial los cánones que pertenecieron a nuestros antepasados. Para nosotros un artista puro es el que es honesto a su momento vital, fiel consigo mismo". Desde la cita quieren "acabar con esa imagen del flamenco como algo cerrado, porque es un arte abierto que dialoga con otras disciplinas. Queremos hacer hincapié en esa idea con el encuentro entre Dorantes y Tim Ries, el saxofonista de los Rolling Stones, y Adam Ben Ezra, contrabajista de Israel; o como el que mantendrá Chano Domínguez con Dick Hyman, Sullivan Fortner y Joey Alexander; ambos en el Lincoln Center". El director del festival también apunta otra convivencia estimulante que se dará en el Town Hall entre dos dinastías legendarias: los Habichuela y los O'Farrill, referentes en el jazz latino. "Experiencias así enseñan que el auténtico diálogo consiste en escuchar al otro", opina Marín, "una lección que nos puede venir muy bien si la llevamos más allá de la música, a otras esferas de la vida".

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