Cultura

Un nuevo oasis en el desierto

  • Sanlúcar alumbra una nueva cita flamenca veraniega que bajo el genérico 'La música y tú' llenó el Castillo de Santiago de público y de una generosa nómina de artistas en la que sobresalió el arrebatador baile de Grilo

En su primer remate Joaquín Grilo ya había conquistado la fortaleza de herencia medieval del Barrio Alto. El público, abrazado por la brisa marinera que se coló hasta el mismísimo patio central del sanluqueño Castillo de Santiago, se volcó desde el minuto uno con el baile del jerezano, tras haber tributado generosas ovaciones al dúo 'Bolita'-Paquito González y a la voz de Duquende. Fueron los responsables, en la vertiente artística, de una noche flamenca, la del pasado jueves, espectacular y que bajo el título genérico de 'La música y tú' aglutinó sobre la tabla del inmejorable marco arquitectónico una sucesión de intérpretes y creadores flamencos extraordinarios. En este punto, es justo y necesario reconocer desde estas líneas el empeño y el tesón de la organización de un evento que comanda Isidro Gómez Muñoz y que promete tener vocación de continuidad en años venideros. Una doble satisfacción, ya que se trata, por un lado, de proponer y agregar oferta flamenca al, en general, desangelado cartel que incomprensiblemente la provincia dedica a lo jondo en el periodo estival. Y una satisfacción, por el hecho de que esta oferta provenga del impulso privado, tan desconfiado, al menos por estos lares, a la hora de apostar por un arte cuyo potencial (económico y de atracción) es prácticamente ilimitado.

Con una elevadísima respuesta de público, pese a la premura con la que se había anunciado la propuesta, la velada arrancó con el envidiable pulso guitarrístico del jerezano José Quevedo 'Bolita' y su inseparable percusionista Paquito González, que recibió en escena todo el cariño y calor de sus paisanos. Entre ambos tejieron unos primeros cuarenta minutos de exquisito espectáculo instrumental. Primero, con una soleá 'sui generis' que ejecutó en solitario el tocaor de San Miguel. Luego, con temas como los tanguillos 'Cala del aceite'; la taranta con cierre por bulerías 'Calle Campana'; y las bulerías 'Pa mojar'. Todos ellos, material que conformará el nuevo trabajo discográfico de 'Bolita', uno de los más destacados representantes de la guitarra contemporánea de concierto y composición. Preñado de personalidad, con enorme sutileza al transportar las notas y un evidente gusto por los silencios y los contratiempos, el tocaor jerezano demostró por qué tiene lenguaje propio y por qué, como ocurrió más tarde al escuchar la bajañí del también jerezano Alfredo Lagos, es una 'rara avis' entre la mayoría de su generación, obsesionada en muchas ocasiones con la velocidad y la técnica por la técnica.

La atmósfera crepuscular y fría de los cantes de Levante, que intercaló con la popular 'Tarara', concentró el arranque del recital de Juan Cortés Duquende, al que acompañó el elegante e introspectivo toque de Lagos. El de Sabadell cumplió el trámite y salió airoso de un envite en el que, no obstante, se mantuvo casi siempre distante y con escasa conexión con el público, salvo en la postrera tanda de fandangos que ejecutó con vehemencia y sobrada maestría. Alegrías, tangos y bulerías completaron el repertorio de un cantaor, afillao y camaronero, al que por desgracia es difícil encontrar en la programación flamenca de la provincia.

El colofón a la intensa velada lo puso el baile de Joaquín Grilo y el buen hacer de su compañía. Rescatando piezas de 'Leyenda personal', su último espectáculo, el versátil e inimitable bailaor jerezano desplegó una vez más sobre la tabla toda su arrebatadora fuerza interior, su poderío físico y, sobre todo, esa mezcla única de histrionismo y teatralidad en el baile tan característica en sus mudanzas. Lo bailó todo Grilo una vez más y, como es marca de la casa, se vació al completo, con los pies y con los brazos, golpeando la madera con su puño rabioso en los tientos, sudando hasta la extenuación y dialogando con la voz de su hermana Carmen en el cuplé por bulerías que incluye su último montaje.

La agradable sorpresa de la noche llegó en el torrente de José Carmona, cantaor y guitarrista que suplía a José Valencia, habitual en el atrás de la compañía de Grilo. No contento con evocar sabiamente a La Niña por tientos y derramar sal en las cantiñas, Carmona acompañó el siempre inteligente y refinado toque de Juan Requena con su mandolina. Unas notas que sirvieron de aderezo para el baile infatigable de Joaquín, entregado a un público que supo recompensar con sus aplausos tanto esfuerzo. Al final, tras la ración de bulerías, la compañía salió de escena con el ya habitual guiño que hace Grilo al baile 'parao', ofreciendo una imagen ralentizada en la que propone y dispone los avances, los cambios de ritmo, del grueso de su compañía. Fue la bajada de telón de una velada sobresaliente, todo un éxito de público y participación. Que alguien tome nota para el futuro.

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