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Cultura

"Ha llegado la hora de asumir riesgos, para bien o para mal"

  • El bailaor gaditano estrenará en el próximo Festival de Jerez su montaje 'De Dolores'

Metido de lleno en la puesta en marcha de su primer proyecto en solitario, 'De Dolores', una propuesta que reestrenará en el Festival de Jerez, el gaditano Eduardo Guerrero intenta estos días dar forma a todo lo que lleva dentro. Atrás quedaron horas y horas de trabajo con bailaores como Eva La Yerbabuena, Aída Gómez, Antonio Canales, Rocío Molina o Javier Latorre, personas que, de una manera u otra han labrado en él un sello distinto.

-¿Cómo lleva el nuevo montaje?

-Uff, muy estresado, hay que llevar muchas cosas para adelante. Esta es la primera vez que me pongo al frente de un espectáculo, porque hasta ahora siempre había estado orientado en las coreografías y esas cosas, y bueno, lo que hago es irme solo al estudio, pensar en lo que quiero hacer, mirarme horas y horas y tratar de buscar cosas nuevas, frescas y que no se hayan visto.

-¿Cómo es entonces el día a día antes de un reestreno?

-Ahora mismo todo es tensión y ya se sabe que hay que ir paso a paso. A lo mejor un día echas cuatro horas y no te sale nada y otro echas media hora y te salen. Luego, con el tema de los músicos también hay que tener paciencia porque a lo mejor uno viene un día, otro no viene ninguno, uno te da una música que se la pediste hace tres meses.

-Muchos compañeros suyos dicen que el hecho de dirigir a una compañía o a un grupo de personas es lo peor, sobre todo porque hay veinte mil frentes abiertos, ¿coincide con ellos?

-Sí, completamente. Yo he estado siempre acostumbrado a ir al mando de alguien y esto se nota. Gracias a Dios, últimamente he estado con la Compañía de Eva La Yerbabuena y ella tiene su oficina, que se encarga de hacerle la distribución de los ensayos, hablar con los músicos, encargarse de la escenografía, del vestuario, de la música... Con Rocío Molina, igual, pero los que empezamos de abajo hacer todo eso requiere un sacrificio.

-Todo eso que habla, ¿se valora realmente cuando el espectador se pone delante del escenario?

-Creo que no, aunque, como en todos los trabajos, uno quiere que lo que ha hecho guste, que en esa hora el espectador no se preocupe de nada y disfrute. Yo tampoco quiero pensar en el tiempo que le estoy echando, sólo en que al público le guste. Eso sí, me gustaría que la gente que se sienta a ver una obra, sobre todo los críticos, tuvieran en cuenta todo lo que hay detrás de eso, no por nada, sino porque a lo mejor te llevas tres meses ensayando y ese día concreto no es el día para hacerlo y al final pon, palo al canto. Pero bueno, también nos arriesgamos, y como ocurre con los toreros, a veces dependemos de que te salga un toro bueno.

-Háblenos de De Dolores .

-El espectáculo nació como una especie de homenaje a mi abuela Dolores, que fue la primera que me regaló unas botitas y me animaba a bailar. Se trataba de buscar un recuerdo a ella y también a recuperar los palos con los que empecé.

-¿Pesa la responsabilidad de bailar solo?

-Por supuesto, porque el nombre que sale del cartel es el tuyo. La gente va a verte, y va a verte a ti, no va a ver a Fulanito y digan luego, qué bien está el cuerpo de baile. Ya es tu nombre, y los toques van a ti, los buenos y los malos.

-¿Y da miedo asumir ese rol?

-A mí personalmente no, llega un momento en la vida en el que uno tiene que asumir riesgos, para lo bueno y para lo malo y ya que estamos ahí, hay que tirar para adelante. Si sale bien, fenomenal, y si no pues por lo menos te queda la conciencia tranquila de que has trabajado con el corazón.

-Antes ha dicho que ahora toca ponerse delante de un espejo y crear. ¿Qué busca con eso?

-Yo ya vengo educado por parte de los maestros y siempre me han pedido que además de las pautas que había que marcar, tenía que crear por mí mismo, no valía con hacer la coreografía preparada. En ese sentido he tenido mucha suerte, porque en las compañías con las que he trabajado me han dado mucha libertad para crear y descubrir cosas nuevas. Eso hoy en día lo agradezco porque hubo momentos, sobre todo cuando las cosas no salían, en los que tenía la ayuda de los maestros y me decían: 'Esto va por aquí y por aquí', y ahora, cuando me pasa eso, me paro y digo, 'esto va por aquí y esto, por aquí'.

-Pero supongo que algún consejo le seguirán dando....

-Está claro (risas). Reconozco que a veces les pregunto y les pido consejo porque sé que ellos tienen más experiencia y me pueden ayudar. Me dan consejos y algunos trucos, pero saben que al final la decisión final la tengo que tomar yo.

-Usted ha bailado con Eva la Yerbabuena, con Rocío Molina, con Canales... ¿Qué le ha aportado cada uno de ellos?

-Muchas cosas, de cada uno he aprendido cosas diferentes y todas forman parte de mi baile. Con Eva y con Rocío, por ejemplo, he admirado la libertad que nos han dado siempre. La primera es una maestra, y la segunda dio vida. Con Javier Latorre aprendí a moverme, con Canales, la personalidad, porque nada más que pisa el escenario impone. A Aída le debo el clásico español y también le debo que apostara por mí, me abrió muchas puertas. Y luego, me he tragado muchos vídeos de Carmen (Amaya), de Gades, de Antonio y eso lo he adaptado a mi forma.

-¿Y cómo es su baile en sí?

-No lo podría definir. Me fui a Madrid con 16 años y desde entonces he tratado de tocar todas las disciplinas, desde la escuela bolera a la danza clásica, folklore o danza estilizada. Mi baile, cuando lo ves, no encuentras un estilo ni otro.

-Cambiando de tema, ¿cómo vive un bailaor joven como usted los malos tiempos que corren?

-Mal, como todos. Afortunadamente, desde que empecé he tenido continuidad en todo lo que he hecho, si no con una compañía, con otra, pero ahora esto se ha puesto más difícil que nunca. El arte es lo primero que cortan y es una pena, porque si al artista no le damos la oportunidad ni le abrimos la puerta que necesita para demostrar cosas se irá apagando. Lo peor está afectando a los jóvenes, porque los artistas consagrados tienen su sitio, en menor medida, sí, pero lo tienen. Es lo que hay, por desgracia, pero no queda otra que agarrarse a lo que hay, y en mi caso me ha venido bien que el Festival de Jerez apueste por mí y por gente como yo. Me ha dado vida porque había comenzado el año sin nada y como yo hay muchísimos artistas.

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