Jueves flamenco 2009 Quinta gala

De libertad y locuras flamencas

  • El Torta cerró una nueva noche del ciclo de El Mellizo con una interpretación irregular pero atrayante. Una cita tocada por el brillo de Manuela Cordero

El Torta gusta. A pesar de que sale y entra de los cantes cuando le viene en gana con esa vieja sabiduría de lobo salvaje, ancestral, por la que no se pasa ni un centímetro. El Torta gusta. A pesar de sus maneras bohemias y su cante a espasmos, pero con esas maneras tan diferentes y nerviosas que, a la vez, son el sello de un tiempo y de un lugar. El Torta gusta. Sí. Con sus irregularidades y locuras flamencas. El Torta gusta por su libertad que, sin embargo, lo ata más que nada a su raíz. Heredero y legatario de un linaje. Buena casta. El Torta gusta. El Torta gustó en la quinta cita de los Jueves Flamenco que cerró, así, a su manera: irregular, rancia y genial.

Bulerías por soleá, alegrías, Jerez por derecho... Un cante tras otro, apenas sin mediar palabra, retorciendo las manos, tomándose las muñecas, con bruscos giros de cabeza. Y el ayeo, el lamento de los estilos más duros rugiendo, sin aditivos. Su sobrino, Juan Manuel Moneo, a la guitarra, lo siguió, preciso, con plena complicidad con el cantaor. Y ya tiene que se difícil. Tan libre.

Con más corrección y no menos sentimiento (aunque envuelto en maneras diferentes) se presentó Manuela Cordero, una cantaora que firmó una actuación magistral haciendo gala de una garganta poderosa e impregnada de sabor. Malagueña rematada en abandolaos (culminando sobradísima), alegrías y cantiñas, seguiriya, bulerías. Manuela estuvo enorme acertando en los graves y cara y larga en los tonos más altos. La intérprete también estuvo muy bien acompañada a la sonanta por Manuel Herrera, que firmó unas falsetas hermosas y un compás exquisito.

Herrera se sumó, además, a la actuación de Rubito de Pará, otro cantaor dotado de una buena potencia de voz y entregado a un público que lo llevó en volandas cuando culminó su actuación con una tanda de fandangos memorable. Rubito eligió temáticas comprometidas que hablaban del respeto y la tolerancia, del cáncer de la droga y de su amor por Andalucía. Fandangos naturales que remató a capella virando al estilo del Gloria. Pero Rubito también se dejó caer por bulerías, en las que insertó un par de cuplés, y tampoco dejó atrás los estilos más duros como la seguiriya. Quizás, ahí se mostró algo más plano (en lo que concierne al plano sentimental porque de garganta iba divino). Pero, como decimos, al público se le olvidó con su gigante factura por fandangos.

El respetable también pasó un rato muy agradable con el cuadro Maera Vieja, un espectáculo gaditano cien por cien ideado por la bailaora Lidia Cabello y liderado por el guitarrista Joaquín Linera El Niño de la Leo, que estuvo fantástico a las seis cuerdas.

La formación con Samara Montañez, May Fernández, Pilar Sierra Villar, Raúl Gálvez (genial) y Paco Reyes, al cante, y la propia Lidia, Yolanda Cabello y Kuky Santiago, al baile, hizo las delicias del público con sorongo y alegrías para rematar por bulerías. Brillaron Kuky, con su gracia y pies imparables, y Lidia, con su energía y arrojo.

Otra gaditana, María del Mar Fernández, se encargó de abrir la noche con una voz hermosa y clara que destacó por bulerías.

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