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La herencia de un artista El fallecimiento de Salvador Guerrero abre la posibilidad de que Cádiz le rinda tributo a él y a la canción española

El legado de la copla

  • Una visita a la casa del Maestro Guerrero, quien manifestó en varias ocasiones su deseo de que se creara en Cádiz un museo con sus pertenencias

La copla era su vida y se fue con la ilusión de que en su ciudad natal se creara un museo dedicado a este género musical. El Maestro Guerrero, autor de 7.000 canciones registradas y muchas más sin registrar, murió hace dos semanas y con él se fue el último gran autor de la época dorada de la copla. Dejó un gran legado que podría servir para crear en Cádiz, como él manifestó en repetidas ocasiones, la Casa de la Copla.

Salvador Guerrero vivía de realojo en la plaza de San Juan de Dios, mientras arreglaban su casa de la calle Barrié. Pero en San Juan de Dios residió poco tiempo, su avanzada edad le impedía vivir solo y su gran amigo Manolo Pecino gestionó su traslado a la Residencia de Fragela, donde llevaba casi dos años.

Pecino cuidó de este músico Hijo Predilecto de Cádiz los últimos diez años. "Es la herencia que me dejó mi padre", comenta. Y tras su muerte, está muy preocupado con lo que pueda ocurrir con las pertenencias del Maestro Guerrero: "Ha dejado mucho material que no me gustaría que acabara en un mercadillo. Su ilusión era que se hiciera la Casa de la Copla con todo lo que él tenía: fotos, grabaciones, partituras, pinturas, diplomas...; y yo lo único que quiero es que se cumpla su deseo y todo esto se quede en Cádiz", expresa, mientras nos invita a entrar en la que fue la última vivienda del Maestro. Pecino tiene la llave porque era la persona más allegada y en quien el músico tenía puesta toda su confianza.

La puerta ya nos indica quién vivía allí. En una placa reza: "Maestro S. Guerrero". Y otra advierte: "¡Cuidado con el perro!"

La casa no es grande. Tiene dos pequeñas habitaciones, un mínimo salón, cocina y aseo. Y está descuidada, se nota que lleva mucho tiempo deshabitada. También faltan enseres, como cocina y nevera, que el propio Maestro regaló a personas necesitadas, al saber que ya no volvería a aquella vivienda.

Al entrar, lo primero que nos encontramos es un pequeño pasillo presidido por un gran cuadro en muy mal estado que representa al Maestro Guerrero en su juventud, con el Campo del Sur y la Catedral de Cádiz de fondo.

Todas las paredes de la casa están repletas de diplomas, placas de reconocimiento a este gran autor de copla por parte de distintas entidades, imágenes religiosas, pinturas y fotografías del músico en distintas etapas de su vida. También hay, entre otras cosas, un cuadro con retratos de algunos de sus colaboradores y, en el salón, una foto de José María Pemán dedicada a Salvador Guerrero por el propio escritor.

Llama la atención la cantidad de documentos, grabaciones y cuadernillos con letras escritas por el antiguo inquilino de la vivienda que inundan sin orden ni concierto todas las estancias.

Al abrir al azar uno de los documentos que encontramos sobre una mesa, vemos que se trata de una partitura. Está junto a una colección de discos de vinilo con el título y el nombre del artista escrito a mano por el Maestro: "Antonio Amaya: La reina Juana", era uno de ellos. También había grabaciones de Pepe de Córdoba, Marisol Reyes, Pastora Quintero o Niño de Orihuela, entre otros muchos.

Una de las habitaciones está repleta de cajas de cartón, cerca de un centenar y la gran mayoría cerradas con cinta adhesiva; carpetas, archivadores, álbumes de fotos y cuadros apilados. Eso es sólo lo que se podía ver, porque muchos objetos estaban ocultos tras otros. "Como vivió aquí poco tiempo, muchas de las cosas están tal y como las dejó tras la mudanza", explica Manolo Pecino, quien dice no tener ni idea de lo que esas cajas pueden guardar: "Tiene que haber más partituras, fotos, cuadros, grabaciones y hasta contratos. También, material inédito. Seguro. Porque él seguía escribiendo, pero no era capaz de mandar sus canciones. No se las ofrecía a nadie porque prefería que se las pidiesen. Si no hubiera sido así, hoy en día se seguirían escuchando temas del Maestro Guerrero", comenta su gran amigo.

Algunas de las cajas están rotuladas con la letra del autor. En muchas se puede leer "míos", nada clarificador. En otras, "Recuerdos míos", "Cintas grabadas y nuevas"... Y sobre esas cajas, se encuentra diversa documentación esparcida por todos lados: partituras -unas manuscritas y otras impresas-, recortes de prensa que recogen la trayectoria profesional y personal de Salvador Guerrero, diplomas y reconocimientos varios, fotografías, cuadros y diversos escritos del autor gaditano encuadernados en copistería, como la colección Andalucía... en cuerpo y alma, con poemas dedicados a cada provincia andaluza. Otra obra encuadernada por el propio autor es Itinerario poético oracional de la Semana Santa gaditana y varios documentos con la vida y obra de los artistas que había conocido y a los que les había compuesto canciones. El primero que vemos es sobre Raquel Meller. También hay un libro con las canciones creadas junto a Felipe Campuzano y varias copias de Recortes de Sol y Luna. Versos para teatro, obra de Salvador Guerrero.

Algunas cajas están abiertas y dejan ver parte de su contenido. Una guarda grabaciones de vídeo de actos e intervenciones del autor de El cordón de mi corpiño, otra una colección de discos de vinilo de 45 revoluciones de diversos artistas, entre ellos, Antonio Machín, Lolita, Antoñita Moreno, Marifé de Triana o Concha Piqué.

Sobre estas cajas también descubrimos una bolsa de basura de la que sobresale parte de un mástil y un clavijero. Es su guitarra. El piano también está bastante descuidado. Se encuentra en el salón, cubierto de telas, documentos, dos esculturas y mucho polvo. Junto al piano, en la pared, hay una colección de cintas de cassette con grabaciones -más de 200- de sus canciones en voces de distintos artistas.

En diversos lugares de la casa, también se encuentran copias del disco que le hizo a la gaditana Concha Torres, titulado Parodia del olvido, que no llegó a editarse.

Y esto es sólo parte de lo que estaba a la vista. Nadie sabe lo que pueden guardar esas cajas, carpetas, archivadores y álbumes de fotos.

Salvador Guerrero manifestó repetidas veces en vida a representantes del Ayuntamiento de Cádiz su intención de donar sus pertenencias para que se crease en esta ciudad la Casa de la Copla. El concejal de Cultura, Antonio Castillo, ha declarado que están dispuestos a cumplir el deseo de este Hijo Predilecto. Ya han preparado un escrito dirigido a la Junta de Andalucía, propietaria de la vivienda, para poder entrar y ver qué cosas podrían servir. Con los datos que posee, Castillo opina que el fondo que debe haber en la casa del Maestro Guerrero, "sin duda debe de documentar la vida y el entorno de un profesional de la copla y, sin duda, debe de poseer un cierto interés como testimonio y fuente primaria de investigación de la cultura popular de nuestro país, no demasiado frecuente en los archivos públicos". En definitiva, según el concejal de Cultura gaditano, "este fondo documental, en todos sus distintos formatos, podría tener interés, por su rareza y singularidad, para investigaciones futuras, no sólo de índole musical, sino de historia de las mentalidades". Y apunta que un lugar donde podría salvaguardarse parte de la documentación es el Archivo Histórico Municipal de Cádiz, donde, tras su tratamiento sanitario y catalogación, podría estar a disposición de los investigadores en un espacio público.

Ojalá que el Maestro Guerrero descanse en paz con su deseo cumplido y con todo este legado, de gran valor cultural, bien custodiado.

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