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Caddy adzuba. periodista

"En su interior, el ser humano puede ser peor que una bestia"

  • Amenazada en su país por su labor de denuncia, Adzuba acudió ayer a la Asociación de la Prensa para hablar sobre la violencia sexual que sufren las mujeres congoleñas

Si uno escribe Caddy Adzuba en Google encuentra numerosas entradas. Descubre que trabajaba en la emisora de la ONU en Congo. Que ha obtenido, entre otros, el premio de Periodismo Julio Anguita Parrado y el del Club de las 25. Que tiene 28 años y vivió la guerra entre hutus y tutsis. Y que ha escuchado historias que son una vuelta de tuerca al horror. En todas, el eje es la violación como arma de guerra. Vejaciones que se cometen como formas de agresión extrema y con el objetivo absoluto de destruir a la víctima. En Congo, la mujer es el sostén familiar. Si la destrozas a ella, destrozas la sociedad.

-Ha contado en alguna ocasión que, en su lengua materna, no existe la palabra violación. Era un tema tabú. Sin embargo, las cifras de abusos y violaciones a mujeres en Congo, durante la guerra y tras ella, son estremecedoras.

-De hecho, son medio millón de mujeres violadas. Es cierto que en mi lengua no existe una palabra para designar la violación, y que el violador era expulsado del pueblo... pero la guerra cambió ese concepción y el cuerpo de la mujer pasó a ser, también, campo de batalla. Esta cuestión ha provocado todo un debate porque... no es una violación en el estilo 'clásico' de la guerra, del soldado que se desahoga con una mujer, sino que se hace con la idea previa de destruir a la víctima. Se les introducen objetos punzantes o arena en la vagina y las agresiones se realizan para destruir sus órganos reproductores y acabar, también, con su propia identidad... Constituye toda una estrategia de destrucción.

-¿Cómo sobrevive una mujer que ha visto morir a su familia y que ha sido tratada como esclava sexual? ¿Qué armas tiene?

-Esa mujer se ve destrozada, sin ningún tipo de fuerza. El único resorte que encuentra ha de venir del exterior, de alguien que la pueda ayudar, que le dé apoyo psicológico. Como consecuencia de la guerra, en Congo hay un 66% de mujeres con secuelas físicas y psíquicas. Y eso es lo que queremos ofrecerles desde muchas asociaciones: que no se sientan solas y puedan rehacer su vida.

-Cuando decidió comenzar su labor de denuncia, ¿creyó que llegaría a recibir amenazas, a tener que salir del país?

-Lo de las amenazas sí lo esperaba. Cualquier periodista de un país en guerra sabe que no puede tocar ciertos temas. Y asumí el riesgo de las amenazas porque creía que era fuerte, pero cuando ves que la muerte se aproxima, que toca a tus colegas... entonces entiendes que estás metido en algo mucho más serio, y te planteas si seguir o no. Si luchar fuera de tu país o quedarte dentro con la boca cerrada.

-Cuando las víctimas llegaban a usted como confidente, ¿lo hacían buscando ayuda?

-Pues, sobre todo, tenían ganas de hablar. Lo que dicen los psicólogos de todas las víctimas, que lo primero que necesitan es desahogarse, alguien que las escuche. Y era algo que les costaba mucho, porque la violación era tema tabú, que llevaba a la deshonra y tenía graves consecuencias. Venían a hablar por necesidad, para compartir esa desgracia y obtener a cambio algo de esperanza, algo de fuerza.

-Después de haber vivido una guerra, de escuchar testimonios atroces, de sufrir amenazas... ¿qué es lo que la sostiene?

-La esperanza es lo que me da fuerzas. He visto a mujeres destruidas hasta el extremo más impensable. Las mujeres, que no han planeado ni querido la guerra, han sido sus peores víctimas. Me sostiene la esperanza de que esas mujeres puedan empezar de nuevo, porque no han hecho absolutamente nada para merecer lo que les ha ocurrido. Siento que es mi deber seguir hablando para sensibilizar a quien quiera escuchar y que se ponga fin a esta situación.

-¿Cree en la bondad del ser humano, Caddy?

-Creo -suspira- que el ser humano tiende a ser bueno. Yo soy cristiana creyente, y pienso que tendemos a querer ser como Dios. Ocurre que hasta ahora sólo hemos logrado destruir, no crear. Lo divino está sólo en la apariencia humana. En su interior, el ser humano puede ser peor que una bestia.

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