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Cultura

"La guitarra traduce nuestro interior"

  • El artista presentará este jueves en el Auditorio de la Merced su obra 'Medea', dentro del festival 'A orillas del Guadalquivir'

Manuel Muñoz Alcón es conocido en todos los rincones del mundo dónde se oye flamenco como Manolo Sanlúcar. El hombre, el compositor y el guitarrista: con todos ellos me doy cita en el auditorio de La Merced, de Sanlúcar de Barrameda. Asisto al ensayo de la obra Medea, de la que es autor, y que interpretará este jueves bajo la batuta de Juan Rodríguez Romero, director de orquesta también sanluqueño, y alma mater del festival A orillas del Guadalquivir, que este año celebra precisamente su trigésimo aniversario.

-La Medea clásica y trágica, no dudó en mentir y matar por amor. Sin embargo no veo capaz a la guitarra de Manolo Sanlúcar de mentir, ni siquiera por amor…

-Es que no solo hay que tener condición para mentir, sino que hay que saber mentir. Una persona que está en la verdad, pone la verdad de su arte por encima absolutamente de todo. Sin embargo la guitarra no es una persona, es un traductor del interior del músico, traduce los sentimientos y le da una forma musical. La guitarra es la prolongación del propio compositor.

-Arte, música, pensamiento y conocimiento. ¿Cuál es la mesura adecuada? ¿Cómo han de mezclarse?

-Lo importante es que todos estos elementos tengan la proporción adecuada. También se puede estar en música desde un punto de vista erróneo, y esa proporción tenerla alterada. Hay que tener claro cuales son los verdaderos valores y procurar emitir aquello que más se acerque a las sensaciones que uno tiene de las cosas, y en este caso de la música, porque la verdad es muy difícil encontrarla. Uno mismo va rectificándola poco a poco.

-¿Qué le da el conocimiento a la cultura?

-Uno de los puntales de la música es el conocimiento que el ser humano se ha dado para controlar las cosas, que en el caso de la música, yo hablo del invento humano del pentagrama, que no es más que una cárcel, una prisión donde se apresa la música, con unas serie de líneas que los músicos cruzamos. Desde un punto de vista teórico y escolástico lo que tratamos es de controlar ese conocimiento. Hacer de ello una escuela, crearla, y luego someternos a ella. El otro puntal fundamental es el arte en sí. La expresión artística. El entendimiento de un saber particular que sólo lo tiene la gente que tiene sensibilidad para conocerlo. Y no sólo me refiero a los artistas. Hay mucha gente que no es artista que tienen esa sensibilidad. Que reconoce el arte, que quizás no sepa explicarlo, porque sencillamente, muchas veces el arte ni los músicos saben explicarlo. Pero son sensaciones en las que nosotros reconocemos la grandeza que el ser humano puede reconocer y además emitir.

"La escuela debe servir para controlar las formas, todo aquello que se puede estudiar y analizar, pero lo que no puede hacer la escuela es quitarle la esencia al arte. Está claro que cuando una música tiene añadidos todos los elementos de la escuela, hay orden, que es lo que le falta a la gente que no tiene escuela: orden y capacidad de análisis para enfrentarse a los problemas que plantea la música. Mozart llegó a ser quien fue, no solamente porque tenía una sensibilidad extraordinaria, por genio, sino porque tuvo un padre que fue un genial profesor que formó a su hijo. Muchas veces nos olvidamos de dónde procede la gente…"

-Veo en estas palabras que usted me dice, un recuerdo implícito para su padre, don Isidro Muñoz, siempre presente…

-Por supuesto. Mi padre fue un hombre que me enseñó y que me mostró el mundo que él entendía, y ese mundo es el que yo considero que merece la pena amar. Él me mostró una cultura, una tierra, Andalucía, y una familia, que era toda la gente del flamenco. Con todos esos parámetros yo trato de conformar mi identidad y ser lo que soy.

-¿Cuál es el límite entre la cultura y la política?

-Si queremos contestar esta pregunta desde la historia, nos encontramos con algo verdaderamente sublime y quizá extraordinario. Platón escribe el libro de las leyes inspirado en la música. Su filosofía está inspirada en las distintas formas musicales. Platón y Aristóteles tienen tratados verdaderamente maravillosos, donde el punto de partida para buscar lo noble del hombre, es la música.

-¿La ley lo puede todo, incluso suprimir la cultura?

-La ley lo puede todo, siempre que el pueblo la deje, porque el pueblo se ha olvidado de que los gobernantes deben gobernar. El pueblo se convierte en un ente sumiso que acata los valores que la política le insta. La gente termina metida en su casa, sin pronunciarse y cada vez con más complejidad para emitir una opinión. A los gobiernos les interesan los pueblos poco cultos, porque el pueblo sin cultura no sabe exigir aquello que le corresponde. Un político nunca va a renunciar a la sumisión del pueblo, ni de derechas ni de izquierdas, ni de arriba ni de abajo.

-Actualmente está usted en pleno desarrollo de un trabajo de difusión audiovisual en colaboración con la Agencia Andaluza del Flamenco. ¿Qué va a suponer este trabajo para la guitarra flamenca?

-Puede significar mucho. Sobre todo en el sentido en que la gente de la guitarra flamenca, considera el flamenco algo tan natural, que piensan que no tienen que observar nada. Que no tienen porqué poner intelectualidad, porque aparentemente no la ha habido nunca, cosa en la que se equivocan. Hoy día, la guitarra flamenca tiene unas exigencias que no tenían nuestros mayores. Nuestra guitarra ha alcanzado unos niveles muy altos y grandes, pero nuestra cultura flamenca se ha trasmitido por ósmosis, por captar todo aquello del medio en el que se vive: tu padre, tu tío, tu abuelo, tocan la guitarra, cantan, bailan, etc. Pero ahora la guitarra flamenca ha despertado un interés tremendo en todo el mundo. Hay guitarristas de Finlandia, de Australia, de Japón. Esa gente vienen con partituras. Las razones escolásticas las quieren ver en las partituras, verlas con los ojos y además no quieren que les hables del corazón. Por ejemplo, si alguien pregunta '¿Cómo es una seguiriya?', el guitarrista no les puede contestar: 'Pa eso hay que nacer, eso se lleva en la sangre…' Eso ya no sirve. Porque lo que trata d explicar el guitarrista es qué es lo que tiene que tener la emoción que provoca el arte. Esta emoción la tiene Tchaikovsky, por lo menos tanto como Caracol. Vamos a quitarnos la idea que tiene cada cultura de ser el ombligo del mundo. Lo primero que tiene que tener cada cultura es identidad emocional. Por tanto, en algo nos tenemos que diferenciar de otras culturas. ¿En qué? Pues en la escuela. Y a esos señores de todo el mundo que con tanto amor llevan hoy la guitarra flamenca, hay que explicarles las cosas bien, no desde las emociones. Porque a ver quién es el guapo que enseña a alguien a enamorarse… Porque las emociones son algo personal e intransferible. Lo que hay que dar es el conocimiento real de la materia, no del sentimiento".

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